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martes, 6 de mayo de 2014

Una elección presidencial hoy día es resultado de la participación de votantes adscritos a lealtades partidistas, lo que movilizan normalmente los ‘aparatos partidistas’ y de votantes sueltos, que son denominados como el ‘voto de opinión’, que realmente lo deberíamos denominar como un voto disponible y que casi siempre termina siendo influido por las opiniones vertidas en los medios masivos de comunicación. 

Ahora bien, un factor que incide mucho el ambiente electoral es la divulgación de los sondeos de opinión, o lo que se conoce como las encuestas. Estos son una contribución de las ciencias y pretenden, utilizando los métodos de muestreo, dar cuenta de lo que opina frente al futuro debate electoral un universo complejo, compuesto por las personas con derecho a votar en una sociedad. Pero por supuesto no son una predicción ‘exacta’, sino una estimación, es decir una apreciación de lo que sería el comportamiento de los votantes si la elección se diera en el momento en que se realiza la simulación. 

En Colombia en esta campaña han sido los medios de comunicación, individual o asociadamente, los que contratan y financian estos sondeos de opinión con diversas firmas de encuestadores -cinco para ser más precisos-. Ahora bien, esta divulgación periódica de encuestas contribuye al debate político-electoral porque le muestra a los ciudadanos como se van comportando las tendencias. No comparto la apreciación señalando que confunden al ciudadano. No, por el contrario informan y le dan elementos de análisis; creo que la mayoría de ciudadanos son más capaces de lo que a veces se predica de ellos. 

Ahora bien, esos sondeos de opinión no dan iguales resultados por diversas razones y lo importante aquí es informarle a los ciudadanos en qué radica la diferencia. Efectivamente varían las muestras con que trabaja cada empresa encuestadora, es distinto también el momento en que se toma la información, igualmente se diferencian los métodos para recolectar la información -personalmente, con pregunta abierta o con un símil de tarjetón, telefónicamente-, la manera cómo se formulan las preguntas, etc., todo lo anterior debe estar precisado en la ficha técnica. 

Cosa distinta es el uso que se le quiera dar al resultado de las encuestas, por los partidarios de uno u otro candidato -para algunos la encuesta es buena cuando va ganando el candidato de sus preferencias y mala cuando no le va bien-, las campañas políticas, los partidos, lo analistas políticos y los medios de comunicación. Por eso las encuestas se vuelven también otro escenario de confrontación política, independiente de la voluntad de quienes las hacen. 

En general se considera que las encuestas reflejan mejor a los votantes urbanos, denominados como ‘voto de opinión’, pero más difícilmente con los votantes más ligado a lealtades partidistas, que en nuestro país parecen estar más presentes en lo regional y rural y que es un voto casi siempre definido previamente por una opción política determinada. 

Esperemos que en lo restante de la campaña presidencial los distintos candidatos sean capaces de influir tanto a los electores urbanos, como a aquellos ligados a las lógicas partidistas. 

Postdata: Invitamos a todos los que quieran participar en la campaña de la Universidad Nacional y el Ministerio de Cultura “Comunica en Paz” a que elaboren videos o audios de hasta un minuto con sus propuestas de cómo comunicar el tema de la paz.