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lunes, 28 de junio de 2021

Empezó la vuelta a Francia, a mis 54 años llevo siguiéndola desde mediados de los 80 cuando Herrera, Parra, Flores y muchísimos colombianos menos famosos participaron en estos 21 días de bicicleta, montaña, pavé, viento y camisetas de colores.

Desde hace más de 100 años se viene corriendo esta competencia con muchos temas a resaltar. El tour es el banco de pruebas de varios aspectos interesantes en el deporte. Hay que empezar diciendo que esta carrera es realmente una prueba de equipos y si bien el campeón es un solo corredor, resulta imposible lograrlo sin tener no solo varios ciclistas que en todo momento acompañan al líder sino todo un conjunto de mecánicos, nutricionistas, médicos, masajistas y personal de apoyo. Tan es así, que todo el dinero ganado por cada uno de los ciclistas en esta competencia se reúne y se reparte entre todo el personal de apoyo y ciclistas gregarios sin los cuales, repito, sería imposible llegar a París con la camiseta amarilla.

El tour también ha sido el lugar preferido para probar sustancias prohibidas y por su puesto métodos de detección de éstas. La saga de doping inició hace muchísimo tiempo y abrió los ojos de las autoridades deportivas en 1967 cuando el inglés Tom Simpson cayó muerto en la subida del Monte Ventoux. Al hacerle la autopsia al desafortunado ciclista aparecieron anfetaminas y alcohol en la sangre. Es en este momento cuando se toma conciencia del peligro del dopaje en el deporte y precisamente con este acontecimiento arranca la carrera no siempre igualada de el control al dopaje y la búsqueda de sustancias que mejoren el rendimiento y que no estén prohibidas. Al año siguiente de la muerte de Simpson, empieza un programa de control al dopaje en los juegos olímpicos de México.

Dos de los más grandes escándalos de dopaje ocurrieron en el Tour de Francia, tal vez el más vergonzoso por el tiempo fueron los 7 años en los que Lance Armstrong ganó esta competencia utilizando todo tipo de sustancias prohibidas sin que las autoridades de control al dopaje, con los mejores laboratorios pudieran detectarlo. Armstrong no ha sido el único, Riis, Contador, Ullrich y muchos otros han tendido problemas con el dopaje en esta carrera. Otro gran escándalo fue el caso Festina en el que se encontró que un equipo utilizaba de manera casi que industrial todo tipo de sustancias para mejorar el rendimiento.

También ha servido para probar componentes y equipamientos novedosos. Me acuerdo del manubrio que utilizó Greg Lemond para ganar una contra reloj individual el ultimo día de competencia y lograr con esto la victoria por apenas 8 segundos sobre Laurent Fignon. También aparecieron por primera vez las ruedas lenticulares, los cascos aerodinámicos y los componentes súper tecnológicos que mejoran las prestaciones de los ciclistas.

Hace unos dos años los directores de carrera empezaron a tomar conciencia ecológica y empiezan a modificar los reglamentos para hacer de esta carrera una competencia más verde. Una regla interesante es la imposibilidad que tienen los corredores de tirar los bidones (que ahora son biodegradables) en cualquier lugar, esto ya no es permitido y se castiga con multas. Los carros acompañantes son híbridos en su mayoría y el de director de carrera es totalmente eléctrico.

Los ciclistas son mucho más conscientes de sus patrocinadores que otros deportistas y siempre están atentos a exhibirlos en sus camisetas sobre todo cuando tienen la gran fortuna de ganar en solitario. Solo me resta gritar allez les colombiens.