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martes, 26 de marzo de 2019

Cada año por esta época escribo sobre el mismo tema; las grandes ligas, el torneo de béisbol (palabra totalmente castiza) de Estados Unidos. Este deporte, con más de un siglo de desarrollo al más alto nivel es, sin lugar a dudas, una fuente de cultura, derecho y entretenimiento en dicho país y en muchos otros, como Colombia, que está a la órbita de esta actividad.

Este año dos jugadores firmaron contratos astronómicos por duración, más de diez años y por salarios, el primero Bryce Harper que pasa de los Nationals de Washington a los Phillies de Filadelfia y que firma un contrato por trece años con un salario total de US$330 millones; lo interesante de esta transferencia es que esas cifras las recibe o recibiría únicamente el jugador, transferencias millonarias entre clubes no se dan en las ligas mayores. Por otra parte, los Angels de la ciudad de Los Ángeles renovó contrato con su estrella Mike Trout, acuerdo a doce años con un salario total de más de US$ 400 millones . Este aspecto muestra, para mí, la mayor diferencia de los deportes americanos a nuestro fútbol, el dinero se gasta en salario de jugadores. El fútbol es la única actividad en la que un trabajador para cambiar de lugar de labor debe buscar que su nuevo empleador pague dinero a su antiguo jefe situación absurda con tintes de ilegalidad, que permite toda clase de trampas y componendas, principal origen de la corrupción en el fútbol.

Esto se logra gracias a un acuerdo colectivo entre peloteros y dueños de los equipos que desde 1968 han venido negociando y acuerdo tras acuerdo le da mayor poderío económico a los jugadores sin que lo dueños pierdan control y sus equipos sean unos negocios fabulosos.

A pesar de ser una liga cerrada que no cuenta con descenso ni ascenso, no hay un dominio tan claro como en el fútbol en el que equipos como el París Saint-Germai o la Juventus, aun antes de iniciar el campeonato saben serán campeones, hecho que le resta emotividad a el torneo. En el béisbol americano, hay varios sistemas que le permiten a equipos que no están en las mejores condiciones deportivas, firmar a las más grandes estrellas y en poco tiempo desafiar a los que en el momento son los mejores. Ya vimos en Colombia como un equipo menor como los Marlins en el que jugaba Édgar Rentería logró ganar la serie mundial a los Yankees de Nueva York.

A pesar de tener uniformes limpios y televisión sin publicidad intrusiva este negocio maneja cifras inalcanzables para cualquier otra liga local diferente al básquet, fútbol americano y hockey que con una filosofía similar producen espectáculo, entretenimiento y sobre todo muchísimo dinero.

Pasando a temas menos económicos, el béisbol ha sido fuente de inspiración de escritores como Mark Twain o Stephen King, grandes películas se han hecho alrededor de este deporte y sobre todo la cultura americana se ha nutrido de esta actividad que a un ritmo lento, entre Primavera y Otoño, permite hablar, comer y ver el partido sin mayores afanes. El acontecimiento en que deporte y sociedad se fundieron de manera más estrecha fue el momento en que un deportista negro, Jackie Robinson por allá por 1947, rompió las barreras de raza y empezó a jugar un deporte solo de blancos. Dicen los historiadores que fue el inicio de la integración.

La crisis económica venezolana ha hecho que muchos ojeadores americanos se fijen en Colombia que cada vez cuenta con más peloteros big leaguers. Ojalá esto permitiera un campeonato más grande que incluya ciudades como Bogotá y Medellín.