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lunes, 15 de abril de 2024

Cada vez es mas notorio que los equipos de fútbol en Colombia hacen poco por la seguridad y comodidad en los estadios. Dicen que es la falta de estadios propios lo que impide que los equipos desarrollen verdaderas políticas para aquellos que intentan pasar un buen rato viendo un partido de fútbol. La realidad no es tan sencilla; la diferencia entre ir a un partido en el estadio del Deportivo Cali (privado) y uno en el Pascual Guerrero (de la ciudad) es mínima; es más fácil llegar y salir del de la ciudad de Cali que del de Palmira que no tiene parqueaderos ni buenas vías de acceso. Tampoco es cierto que los estadios propiedad de la ciudad no puedan ser manejados de manera adecuada; muchísimos grandes escenarios en Europa son públicos son muy cómodos y no tienen mayores problemas de seguridad. El Hamburgo; el Newcastle y el Olimpique de Marsella, entre otros, juegan tranquilamente en estadios propiedad de la ciudad. Llama la atención el caso de la ciudad de Milán, donde los dos equipos Inter y AC Milan comparten el estadio propiedad de la ciudad y cada vez que uno de los dos juega de local cambia de nombre. ¿En Bogotá no se podría hacer algo similar?

El tema es más de educación y cultura. Mientras dirigentes, periodistas y parte de la afición siga pensando que las barras bravas en Latinoamérica son parte del espectáculo; mientras los puestos numerados sean una utopía y mientras los equipos no pretendan mejorar la experiencia de los aficionados luego de comprar una boleta, el problema de seguridad irá en aumento.

La logística es parte fundamental del partido de fútbol y en general de cualquier espectáculo. Mover cantidades importantes de personas en poco tiempo y en un espacio limitado requiere conocimiento y muy buena práctica. Acá ha habido genios que resolvieron que nadie mejor para manejar la logística de un partido de fútbol que la barra brava. La brillante la idea era que si esos angelitos están ocupados no pueden hacer disturbios, cuando se terminó ese raro negocio se dieron cuenta que se trataba básicamente de una extorsión en la que a cambio de dinero y boletas se portaban medianamente bien.

Ahora que el gobierno amenaza retirar la policía de los partidos de fútbol hace que los equipos se enfrenten a verdaderos retos para mejorar el manejo del escenario deportivo necesario para que su equipo juegue. La policía con despliegues enormes de personal intenta con poco éxito manejar a una serie de desadaptados que en cualquier momento pueden saltarse una valla e ir a cazar a un hincha del otro equipo o, como sucedió en Ibagué, a un jugador.

Que el estado retire la policía de los estadios no hace más que desnudar las miserias de nuestro fútbol que sin el apoyo del estado difícilmente pueden desarrollar el espectáculo. Son empresa privada solo para algunas cosas. Adicionalmente, la pelea que desde hace mucho tiempo entabló el futbol colombiano contra todos y todo hace que en muchos momentos importantes para los equipos el estadio esté reservado para otros eventos. Lo vimos en el partido de Millonarios contra Flamenco en Bogotá, donde por el concierto de Karol G no se pudo llenar el estadio.

El camino, si realmente se cumple la amenaza, será complicado o al menos costoso. Manejar más de veinte mil personas en estadios viejos es todo un reto. Queda la esperanza que como ha ocurrido en muchas situaciones similares que se trate solo de una bravata y no pase a mayores.

*Andrés Charria, Fundador de Tres Puntos Consultores