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martes, 16 de junio de 2020

Salir a la calle a correr, al menos en Bogotá, trae la agradable sorpresa de ver nuevos participantes midiendo calles y aprendiendo a realizar esta deliciosa práctica. En toda la barahúnda de decretos, ordenanzas, leyes y circulares se dan instrucciones para realizar esta actividad que por sus características debería ser incentivada para recuperar la salud mental de tantas personas que se han adaptado mal o sencillamente no se han adaptado al confinamiento.

Una acción tan sencilla como correr, en esta época y con nuestras autoridades obsesionadas con la norma tiene reglas escondidas en algún decreto, circular o como se le quiera llamar. El decreto 593 (nacional) permite, de acuerdo con el numeral 37 del artículo 3 (¡!), correr por las calles de conformidad con las medidas, instrucciones y horarios que fijen los alcaldes en sus respectivas jurisdicciones territoriales.

Como vivo en Bogotá debo mirar el artículo 21 del decreto 121 de la alcaldía de Bogotá que indica que se podrá entrenar de manera recreativa entre las 6 y las 10 de la mañana máximo durante una hora, en un radio de un kilómetro del domicilio, parece que el uso de tapabocas es obligatorio, en contraria con lo que recomiendan los expertos en salud y deporte (bueno, en Medellín no lo es). Es increíble como nuestras autoridades hacen difícil lo que es sencillo y correr se convierte en una actividad compleja que aunado a la perspicacia y a veces agresividad de nuestros policías se puede volver en peligrosa.

Correr es más sencillo de lo que quieren nuestras autoridades, a diferencia de montarse en una bicicleta que requiere de una inversión inicial alta o jugar al futbol que por ahora está prohibido, ponerse un par de tenis una pantaloneta y salir a medir calles es de lo más fácil.

Correr tiene varias ventajas, es una actividad individual, barata, basta una manzana con cuatro calles y allí se puede empezar, después como dicen en las películas al infinito y más allá. Personalmente empecé con unos 10k y terminé viajando por el mundo para hacer maratones. Entre otras cosas es de las pocas actividades en las que se puede participar en la misma competencia con los mejores del mundo y algunas veces ganarle.

Es bueno prevenir a las autoridades porque en esta situación el covid19 es la tendencia, pero veo mucho neo-corredor con sobrepeso que de no hacer esta actividad de manera prudente puede acabar ocupando una UCI.

Correr también sirve para ver lo inútil, o al menos poco coercible de las innumerables normas que nuestras ilusas autoridades expiden por cualquier motivo. Los perros muchos sueltos y absolutamente ninguno con bozal, grandes, chicos finos y chandosos, ninguno lleva bozal, el riesgo de un mordisco es alto más cuando muchos corredores llevan mascara y cachucha.

El código de transito también es ignorado de manera permanente, el peatón es ignorado sistemáticamente por carros motos y bicicletas, aquello de que la prioridad la tiene el peatón es una buena idea que nunca se aplica y que las autoridades no hacen aplicar.

Un tema que seguramente dará que hablar pronto es el de la seguridad, a varios amigos les han robado la bicicleta y a algunos corredores también han sufrido atracos por un par de tenis o el celular. Pretender que la ciudad viva 24 horas como dice la alcaldesa sin seguridad será otra norma que quedara muy bien escrita y sin aplicación.

Esta práctica es ideal para los ciudadanos y para las autoridades, barata, segura y casi siempre solitaria, esperemos que ningún mandatario creativo la eche a perder con normas y prohibiciones absurdas.