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lunes, 26 de agosto de 2019

El tema del dopaje en Colombia está creciendo de manera asombrosa y aparentemente se hace poco por prevenir que los deportistas incurran en esta conducta. Volverlo penal dicen unos, sancionar de por vida otros y al final, como siempre, nada ocurre.

El dopaje, desde todo punto de vista, jurídico, deportivo, sancionatorio es complicado, sumado a que la antigua creencia de que quien salía positivo era un tramposo que intentaba por medios ajenos al esfuerzo personal mejorar su rendimiento está alejada de la realidad. En la actualidad hay muchos temas que no son así de sencillos; por poner un ejemplo en la trasmisión del pasado Tour de Francia por Espn un periodista indicó que las únicas sustancias dopantes eran los estimulantes para mejorar el rendimiento, afirmación totalmente equivocada.

La lucha contra esta práctica es compleja, la agencia mundial contra el dopaje (Wada) maneja infinidad de documentos que requieren un conocimiento técnico y jurídico que pocos tienen. No se trata de que los deportistas se vuelvan abogados expertos en códigos, listas y demás, pero que al menos sepan de qué se trata, pues una vez aparece un problema de dopaje ni equipos, ni patrocinadores, ni autoridades hacen un acompañamiento para esclarecer lo ocurrido.

Existe la posibilidad que un deportista obtenga un resultado analítico adverso por haber consumido un medicamento contra la migraña, carne contaminada o, lógicamente, por haber consumido una sustancia que pretende el rendimiento; y en las tres situaciones, la sanción es, o al menos en principio debería ser, la misma.

Todo lo anterior para indicar que lo más saludable en estos momentos sería preparar a los deportistas en temas de dopaje. La sola advertencia, como lo hizo un equipo, de “acá somos cero tolerancias con el dopaje” no es suficiente pues, hay muchas formas de obtener en un resultado analítico adverso que son completamente desconocidas para los deportistas.

Tener el segundo lugar en el planeta en ciclistas dopados es un poco honroso honor que se ha ganado a punta de ignorancia y mirar para otro lado, seguramente creen que al decir muchas veces “cero tolerancias” el problema se va a acabar. Y, como ya lo he dicho en esta columna, no se puede seguir usando de excusa para no formar a los deportistas en temas de dopaje de que, al conocer mejor el tema, más se van a dopar el deportista, es decir ¿cuánto menos informados menos dopados?

Hay que preparar a los deportistas para que sean estos los primeros en evitar el dopaje. Prácticas tan sencillas como mirar los componentes de lo que consumen, tener en el teléfono una aplicación que permite saber si existe riesgo al consumir una sustancia, por ejemplo, para la gripa o un quemador de grasa, o tener los conocimientos necesarios para entender cual es la forma adecuada de entregar una muestra y realizar de la mejor forma la diligencia de control al dopaje serían apropiadas para empezar a combatir esta mala práctica.

El ciclismo es en este momento uno de los mayores focos de dopaje en el Colombia y también uno de los mejores impulsadores de la marca país; en la actualidad hay dos ciclismos colombianos, el de los más de 10 deportistas que el pasado sábado iniciaron la vuelta España, varios de estos como grandes favoritos para ganarla y el que se practica en las montañas del país con las uñas, bicicletas prestadas y mucho esfuerzo y de pronto por no atacar a fondo el problema del dopaje podríamos terminar sin ninguno de los dos, como ocurrió con el atletismo en Rusia.