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lunes, 14 de marzo de 2022

Hace diez días en la ciudad de Querétaro se presentó un incidente en el que delincuentes con la camiseta del equipo de esta ciudad ante la mirada complaciente de la policía se dedicaron a golpear a cualquier persona que tuviera una camiseta del equipo visitante. Inicialmente se habló de unos 27 muertos pero, a la hora de escribir esta columna, indica la prensa que no hubo fallecidos. Por lo observado en varios videos dudo mucho que esto sea cierto; un ser humano al que le patearon la cabeza muchas veces no creo que haya sobrevivido.

Por otro lado, la semana pasada en el estadio del Deportivo Cali se exhibieron banderas robadas por las barras bravas del Deportivo Cali en una clara muestra de convivencia y tolerancia de las directivas del Cali con estas personas que nada bien le hacen al fútbol.

Cada día es más claro que los violentos se quieren apoderar del fútbol organizado en países como México y Colombia, que ya lo lograron en Argentina y que la dirigencia de los equipos o no quiere o no puede apartarse de estos desadaptados; boletas gratis, entradas a los estadios, a los entrenamientos y colaboración de muchas formas por parte de muchos clubes han hecho que cada vez estén más enquistadas en nuestro fútbol estas organizaciones delincuenciales.

Lo que hace algunos años empezó como grupos de animación y que era bienvenido en los estadios pues el papel picado, los cantos y algunas coreografías hacían mucho más divertido un partido de fútbol se convirtió en un escenario de guerra en el que la vida de un seguidor del equipo rival vale muy poco. Ya lo hemos visto en Colombia no hace mucho en un partido Santa Fe – Nacional unos delincuentes de este último decidieron saltar la valla e ir a atacar a la tribuna familiar donde padres con sus hijos querían ver un partido de fútbol luego de más de un año de encierro por pandemia. A estos delincuentes esto no les importó y solo entendieron que había que cazar a los de camiseta roja.

Evidentemente hay temas que trascienden el fútbol y en los que los dirigentes deportivos poco pueden hacer, en Bogotá todos los años el 18 de junio los desadaptados de azul deciden destrozar la capital por el cumpleaños de su equipo.

Las sanciones al Querétaro en México son las de siempre, se prohíbe ingreso a simpatizantes del equipo visitante, se sanciona al club organizador y poco más. Medidas poco eficientes para desescalar una conducta que se repite y que aleja cada vez más a el resto de los espectadores de un estadio de fútbol.

La tarea para erradicar del fútbol estos grupos no es sencilla. Sin embargo, en algunos sitios se ha logrado y la mejora del fútbol como espectáculo y como negocio es evidente. En Inglaterra durante mucho tiempo los estadios y aledaños se convirtieron en campos de batalla donde los hooligans paseaban con toda tranquilidad. Como consecuencia de dos tragedias que se cobraron más de 120 fallecidos (Heysel y Hillsborough) el gobierno de la señora Tatcher decidió hacer un cambio total en la forma entender el negocio y el espectáculo del fútbol. Estadios seguros y cómodos donde se practicó una conducta de cero tolerancia con los violentos trajo un reverdecer del fútbol inglés, repito, como espectáculo, como deporte y como negocio.

Lo ideal es tomar medidas tranquilamente, sin muertos en el estadio, en Colombia hay una comisión con muchos participantes que personalmente me parece que poco o nada ha hecho para mejorar la seguridad y comodidad en los estadios.