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lunes, 13 de julio de 2020

Por allá en 2003 tuve el gusto de iniciar mi carrera en el Tribunal Arbitral del Deporte, un arbitraje entre el Olimpia, un club paraguayo y uno brasilero. Todo era exótico el lugar, el idioma, el procedimiento. Apenas en 2002 Fifa había aceptado tener este tribunal como entidad de segunda instancia de los fallos que sus cuerpos jurisdiccionales fallaban en primera. El deporte, eurocentrista, tenía al TAS como su tribunal de cierre, con solo dos idiomas, inglés y francés, audiencias en Lausana en edificaciones preciosas y hostiles para un abogado novato colombiano, adicionalmente a estas dificultades llamémoslas culturales, los altos costos lo hacían aún más difícil,

Poco a poco el fútbol empezó a copar las oficinas del TAS y por supuesto, los equipos sudamericanos y españoles tomaban mayor protagonismo, me acuerdo que el Deportivo Cali debió defenderse frente a algún club brasilero con poco éxito. Pero el camino ya estaba trazado, los clubes latinoamericanos, poco conscientes de sus obligaciones se veían atacados por jugadores, agentes y clubes europeos, procesos que al final llegaron al TAS.

Los casos de dopaje, más exóticos que los anteriores, con un código igualmente novedoso debían llegar al TAS, en apelación, para intentar, casi siempre sin éxito, reversar una decisión desfavorable para los deportistas. Este sí que era un derecho nuevo, extraño y la mayoría de las veces absurdo.

Pues bien todo lo anterior debía llevarse en inglés o francés, los suizos parece que no saben que existen idiomas diferentes a estos y en la costosísima Suiza. Lógicamente la mayoría de los árbitros de las listas del TAS eran europeos que hablan inglés o francés y que desconocían la situación de este lado del Atlántico. Realmente llegar a ese tribunal y ganar era difícil, costoso y lejano, casi nadie se atrevía.

El tiempo fue mostrando que, al menos con el fútbol, muchos casos eran enteramente en español, con jugadores, clubes, reglamentos y contratos en el idioma de Cervantes y García Márquez y que no tenía sentido utilizar otro idioma. Luego de situaciones tan absurdas como que un jugador colombiano debía traducir su contrato de trabajo para aportarlo como prueba en contra de su antiguo club, también colombiano, que lo había redactado, en español. Más absurdo, se debieron traducir normas del Código Sustantivo del Trabajo para que el árbitro, que también hablaba español las agregara al expediente.

Esto es historia, a partir del pasado 1 de julio, el Tribunal Arbitral del Deporte incluyó el español como idioma oficial, de manera que ya no hay que pedir el favor de hacer el procedimiento. Esto requiere más árbitros hispanoparlantes, al momento de escribir esta columna, un porcentaje muy alto de casos está llevado por unos siete árbitros europeos mientras que más de 150 nunca han participado en uno. Afortunadamente en los últimos años árbitros chilenos, mexicanos y argentinos empiezan a llegar a las listas, esperamos que cada vez haya más. En Colombia apenas un árbitro forma parte de las listas y no tengo conocimiento de que haya integrado alguna formación.

Por situación geográfica y por tener unas cámaras de comercio estupendas Colombia debería ser el lugar de audiencia de muchos tribunales en español. también los abogados colombianos tienen oportunidades nuevas pues por costos y sobre todo por calidad podrán ofrecer sus servicios a entidades deportivas que requieran acudir al TAS. Una oportunidad para la golpeadísima economía post-covid-19.