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lunes, 25 de enero de 2021

Estructuralmente, el fútbol está organizado para prescindir de los directores técnicos. Por reglamentación y por filosofía la primera persona que se piensa en reemplazar, cuando el equipo está atravesando por un mal momento, es como no, el entrenador.

Se les contrata como magos salvadores que con sus buenas artes mejorarán el juego del peor de los equipos; como esto generalmente no ocurre, se prescinde del anterior aprendiz de brujo y se busca otro. Siempre me ha llamado la atención que se contratan técnicos que no están trabajando, es decir que fueron despedidos por no cumplir las expectativas de su antiguo empleador.

Es muy raro que se contrate un técnico que esté desarrollando de manera impecable su labor en otro club. En el mundo real el malo pierde su trabajo y difícilmente es contratado para un cargo similar y los mejores ejecutivos son buscados para cambiar de puesto y por supuesto mejorar. No suena lógico, que un presidente de una empresa constructora que ha ido a la quiebra sea contratado por la competencia para mejorar su posición financiera, bueno en el fútbol esto ocurre permanentemente.

Los deportes profesionales americanos tienen otra filosofía, el técnico es el encargado de moldear un equipo durante mucho tiempo, no importa si una dos o varias temporadas no son lo suficientemente exitosas, el entrenador permanece. Sin ir más lejos, desde 1969 hasta la fecha los Pittsburgh Steelers, uno de los equipos más exitosos del fútbol americano ha tenido únicamente 3 entrenadores. En el fútbol son exóticos los equipos como el Manchester United o el Arsenal que tuvieron entrenadores durante más de 10 años. En Colombia la situación es francamente dolorosa, es difícil que un técnico dure mas de un año en su puesto y la rotación de los mismos entrenadores por diferentes clubes refleja una pobrísima gestión de los dirigentes.

Esta situación es la respuesta clara a una reglamentación que no protege al director técnico y que permite que este trabajador sea despedido sin mayores consecuencias. Los técnicos, a diferencia de los jugadores son fácilmente intercambiables; no hay período de inscripciones y por lo tanto si uno es despedido, al otro día puede aparecer otro. Simplemente habrá que pagar una indemnización, no muy alta pues generalmente los directores técnicos ganan mucho menos dinero que la mayoría de las figuras que dirigen, tema complicado desde el punto de vista de la gestión del talento humano.

Al igual que el fútbol femenino, FIFA entró a regular la actividad de los directores técnicos, creería, para darle mayor estabilidad al cargo. Mediante un anexo nuevo del reglamento sobre el estatuto y transferencia de jugadores reguló y fijó reglas para el desarrollo de los contratos de director técnico. Entre otras cosas indica que deben tener un contrato escrito, a término fijo, individual y que, al igual que los jugadores, no puede darse por terminado sino por mutuo acuerdo o por vencimiento del término. Salvo los períodos de inscripciones, se equipara la actividad de técnico a la de jugador profesional. Esperemos que este anexo sea eficaz y permita dignificar y estabilizar la labor de quien tiene sobre sus hombros el manejo integral de un equipo.

Dos asuntos complejos están apareciendo en el horizonte; la cancelación de los Olímpicos de Tokio y el intento de creación, por parte de los grandes y poderosos equipos europeos de una Super Liga de fútbol en un claro desafío a UEFA y a FIFA. En poco tiempo sabremos que irá a pasar con estos dos temas