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martes, 22 de mayo de 2018

Durante las ocasiones anteriores, he querido ser insistente con una premisa que tendría que guiar el quehacer jurídico: no existen aspectos de la vida cotidiana que no se relacionen, siquiera en puntos superficiales, con el mundo legal; considerar que el ser humano ha tenido necesidades constantes desde que ha existido en el mundo, indiscutiblemente ha de llevarnos a considerar la manera como se satisfacen estos instintos naturales y que diversos aspectos han tomado mayor relevancia o han dejado de tenerla, para decidir la forma a través de la cual se atienden mencionados requerimientos.

Dicho lo anterior, quisiera analizar dos aspectos fundamentales para las sociedades: por un lado (y como de costumbre), el derecho o ciencias jurídicas que han pretendido y logrado establecer y/o estandarizar prácticas dentro de la comunidad logrando guiar comportamientos en respuesta a las necesidades de justicia y orden, y, por otro lado, actividades agropecuarias que responden a las primeras formas empleadas por la especie para la consecución de alimentos.

Una pregunta lógica que resulta de la cuestión anteriormente planteada es cuál es la relación existente entre ambos aspectos y si es plausible su integración; considero que el agro, como negocio, requiere de planeación financiera, mercadeo, implementación de técnicas industriales, cómo en los demás negocios, así como la especialización de abogados enfocados al agro-negocio que permitan la solución y atención de requerimientos específicos demandados por el empresario del sector que ofrezcan un portafolio de servicios amplio e integral que cubra todos los frentes que se pueden llegar a requerir en el área, incluyendo aspectos fiscales y contables.

Las ramas del derecho involucradas con el agro requieren de un equipo multidisciplinario que maneje con pericia los conceptos y prácticas del derecho comercial, laboral, civil, administrativo, contractual, propiedad industrial, societario, fiduciario, sobre planificación patrimonial, ambiental, tributario, sobre títulos de crédito, bancario, comercio exterior, entre otros, adicionalmente, contamos con relaciones directas entre el Estado y los clientes, a través de sus abogados, permite generar negocios bien planificados y “en regla”, tal como se hacen en los otros sectores económicos.
Discusiones similares han tenido lugar en espacios como este y algunos estudios y firmas de abogados han puesto en marcha la innovación y han aprovechado la existencia de una necesidad para satisfacerla con productos así mismo novedosos que revolucionan el universo legal.

No quiero terminar esta columna sin reiterar lo interesante que resulta siendo encontrar la diversidad de aplicaciones que puede tener la profesión a la cual nos dedicamos, ya que responde perfectamente a lo esencial de ella a su ritmo sin que sea un aspecto foráneo; lograr entender cada una de las prácticas con un enfoque personalizado y especial que permita el desarrollo de productos jurídicos efectivos para la gran demanda que hay es en mi opinión, haber logrado equilibrar y dominar lo anterior es, bajo cualquier punto de vista, una victoria para la comunidad. Hacia ese camino podría transitar una carrera como la de derecho que encuentra en otras áreas oportunidades de innovación y de crecimiento profesional.