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sábado, 5 de septiembre de 2015

El socialismo, la mejor herramienta sentimental para empobrecer a una colectividad, ha visto históricamente cómo hijos de nadie, han llenado sus bolsillos revolucionarios robándole la dignidad a sus pueblos. Hoy, aquella igualdad promulgada desde el vivo ejemplo de un Cristo trabajador y coherente, es desaliñada por gordos perezosos que sólo hablan y amenazan, dándole concordancia a 7 pecados condenables, pero merecidos para quienes los veneran ciegamente.

La lujuria. Dueña de incansables deseos, en este caso de protagonismo, se ensancha y engorda para hacerse presente en las caderas de Nicolás, quien al calor del ron con su baile sabrosón, le coquetea incansablemente a cuanto trapo rojo se pavonee al frente de él, deseando a bigotes llenos, que Cristo multiplique los miembros. 

La Gula. Responsable directa de la protuberancia descomunal de Hugo (quien se comió toda la canasta familiar de Venezuela), se complementa con los excesos belicosos al abrir la boca para arrasar de manera expropiante todo lo que el capital privado ha trabajado por años, generando así caos en el empleo y la debilidad integral de la economía con el único fin de especular y convertirse en “redentor” de su propio desbarajuste.

La Avaricia. Representada en el frágil y decadente Fidel, se ejemplifica en la acumulación de las riquezas y tierras que con una mentira elaborada le ha robado durante décadas a su inocente pueblo. Nicolás también es un gran exponente de este pecado, quien no contento con haberse gastado el dinero de Venezuela, ahora acumula millas extras, endeudándolos al extremo, al parecer para su canario.

La Pereza. “El sexto mejor Alcalde del planeta”, es nuestra cuota más representativa. Gustavo lleva 3 años y 7 larguísimos meses jugando en Twitter mientras la ciudad se le cae a pedazos. Entre su ineficiencia para gobernar, sus eternos problemas con las basuras (internas y externas), la salud, la educación, la movilidad, la seguridad y la coherencia con su mensaje; los Bogotanos hemos visto con preocupación qué va a poner en su experiencia laboral en estos últimos 4 años.

La Ira. Más que un pecado, se ha convertido en un sentimiento generalizado que han despertado estos representantes de la ineficiencia, los cuales desde su forma para comunicar, vociferando cuanto dicho se les atraviesa por su limitado cerebro, utilizando cantos desvergonzados y declamaciones inexistentes, han logrado permanecer erguidos en la dignidad de sus cargos.  

La envidia. El socialista por naturaleza quiere todo lo que el pueblo tiene, y sin vergüenza lo obtiene de cualquier forma utilizando algún inexistente esquema que justifique su invaluable Soberbia.

Nunca es tarde para replantearse. Cuba por ejemplo, la mayor representante de ese absurdo esquema, iza por estos días con gratitud la bandera que con torpeza les prohibió respetar el senil Fidel, un oportunista que como castigo divino ha tenido que comprobar que la mentira por la cual vivió, no fue más que una fantasía pueril que ni su propio hermano respeta.