¿Qué pasaría si un CEO toma una decisión clave para la empresa confiando ciegamente en la IA y el negocio sale mal?
La IA no es una promesa, es el ahora. Cada vez más empresas están implementando la IA en procesos diarios. Desde Bots que responden en segundos, hasta sistemas que procesan pedidos y gestionan rutas de entrega. La pregunta es, ¿hasta qué punto un directivo puede depender de la IA para tomar decisiones estratégicas?
La IA es el motor de la cuarta revolución industrial y las empresas deben tomar medidas para garantizar su implementación. La IA permite automatizar tareas repetitivas, optimizar procesos, identificar patrones de consumo y predecir posibles comportamientos del mercado. Todo esto permite operar con mayor eficiencia, aumentar la productividad y liberar a los equipos para que se enfoquen en tareas que exigen un pensamiento crítico creativo: cualidades humanas insustituibles.
Ahora, ¿qué ocurre si un CEO toma decisiones empresariales guiándose únicamente en la información entregada por la IA y esa decisión genera perjuicios para la empresa? ¿Es responsable por no ejercer sus funciones según sus responsabilidades?
Lo primero es que actualmente, Colombia no cuenta con una regulación específica sobre el uso de la IA en la toma de decisiones empresariales. No obstante, la Ley 222 del 95 sí establece que los administradores de las sociedades tienen ciertas obligaciones, dentro de las cuales está la de actuar como un buen hombre de negocios.
Actuar como un buen hombre de negocios implica, entre otras, que los administradores deben contar con información suficiente que les permita, según su criterio, tomar decisiones empresariales responsables valorando sus pros y contras. Es importante destacar que la Ley no sanciona al administrador por el resultado de la actuación, sino sobre la forma en que tomó la decisión, es decir, si fue tomada con el criterio adecuado para prever posibles desenlaces.
Esta obligación nos permite llegar a una primera conclusión: el uso de la IA por sí sola no puede ser el único criterio para que un administrador tome decisiones empresariales. Esto se refuerza al considerar los posibles sesgos de la información que entrega la IA, las fuentes donde se tomó la información, su veracidad y calidad y, sobre todo, los contextos humanos y operativos que la IA no alcanza a entender.
Por esta razón, si un administrador toma una decisión que afecte a la empresa basándose únicamente en la información aportada por la IA, sin aplicar su propio análisis y criterio, se plantea el interrogante de si es responsable por los daños y perjuicios derivados de no haber actuado con la debida diligencia, es decir, por no haber tomado una decisión informada, contrastando fuentes y considerando los factores humanos que exige el actuar como un buen hombre de negocios.
Desde nuestra experiencia, la integración de la IA en la toma de decisiones empresariales debe ir acompañada de capacitaciones sobre el uso adecuado de la información, así como de políticas de confidencialidad, ética, protección de datos y seguridad de la información. Estas medidas son fundamentales para proteger los intereses de la empresa.
La inteligencia artificial puede ofrecer datos, pero no criterio. Puede analizar patrones, pero no intuir intenciones. Por esto, el futuro empresarial será brillante solo si la tecnología camina de la mano con el juicio humano.
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