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jueves, 13 de marzo de 2014

En Colombia 74% de los ciudadanos se queda sin representación en el Senado. Pasadas las elecciones del domingo, queda una gran preocupación por los niveles de representación que logra el actual sistema electoral.

En el caso del Senado, por ejemplo, los ganadores entre quienes votaron no fueron los partidos, ni sus candidatos, fueron los votos no marcados y nulos, con 16,3%. Si miramos el plano general, la ganadora fue la abstención con 57,4% del potencial electoral.  

La representación, en palabras sencillas, es la delegación de poder que hacemos los integrantes de la sociedad a algunos individuos, para que tomen decisiones dentro de las instituciones públicas a favor de la voluntad popular y de la nación. 

Así cuerpos colegiados como el congreso, que es formado por integrantes de todas las regiones, minorías y formas de pensar, es el órgano de representación por excelencia. 

Viendo por encima los resultados del domingo, podemos decir que la gran mayoría de los colombianos se está quedando por fuera del sistema de representación. Si al porcentaje de abstención le sumamos el de votos nulos, no marcados el 63% de los colombianos no logra elegir quién lo represente. Estor resulta aún peor, si tenemos en cuenta que la mayoría de la gente que vota no lo hace por un partido, sino por un individuo. Esto quiere decir, que el votante no se sentirá representado por el partido de su candidato. 

Esto lo podemos deducir de los resultados de la Encuesta de Cultura Política del Dane 2013, en la que se entrevistaron más de 24.000 personas. En esta, solo 18%  dijo simpatizar con un partido. 

Entre las razones que dan los encuestados para no seguir ninguna colectividad, encontramos que dicen: que no les interesa, que no se identifican y no cree en los partidos políticos. 

Lo anterior confirma que la gente no se ve representada con un partido. Cuando salen a votar lo hacen por personas, por candidatos. Entonces, la pregunta es: ¿qué porcentaje de los posibles votantes, termina eligiendo efectivamente? 

De los más de 14 millones de sufragantes, alrededor de 8,6  millones votaron por listas de partidos y candidatos ganadores. Esto nos indicaría que solo 59,6% de la gente que salió a votar el 9 de marzo, eligió efectivamente. Esto significa que apenas 26% del potencial electoral elige y 74% se queda sin representación.  

Sin embargo, parece que al individuo común, el que tiene que trabajar, pagar cuentas, sostener una familia y que es el que finalmente sufre con los malos gobiernos,  no le interesan estos asuntos.

En mi clase de constitución política suelo preguntarles a mis estudiantes ¿Por qué no votan? ¿Por qué votan como votan? ¿Recuerdan por quién votaron? ¿Saben qué ha hecho en los últimos años, la persona por la que votaron? Las respuestas suelen recurrir a lugares comunes, como la corrupción o el clientelismo (aunque ninguno sabe bien, qué significa este término). Muy pocos pueden responder estás preguntas con algún grado de profundidad. 

Lo que he descubierto es un total desinterés, justificado en motivos externos. Pero la verdad, es que no les importa y prefieren seguir su vida preocupándose por alcanzar su bienestar individual. Somos una sociedad de individuos, más que de  ciudadanos que encuentras su felicidad y bienestar, a través del de la ciudad. 

Ya nos advertía Alexis de Tocqueville que el individuo era el peor enemigo del ciudadano. Ojo, los políticos corruptos, son igualmente individuos antes que ciudadanos.

Pero esto no es todo. Nuestro sistema genera situaciones perversas como hacer que, por medio del voto a nuestro candidato que no salió elegido, terminamos ayudando a elegir bandidos, traquetos y corruptos.  

Definitivamente, cada vez los incentivos para votar son menos.