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sábado, 7 de marzo de 2015

Hay muchas cosas en las que debemos mejorar. Desde dejar de predecir que el dólar en 12 meses estará igual al de hoy (revísenlo, la próxima encuesta promedio tendrá dólar fin de año muy cerca a los COP 2.500). Hasta invertir enormes cantidades de horas hombre en investigación de una misma compañía y al final dejar que el miedo a diferir haga que todos los resultados se parezcan mucho. 

Igualmente, hay cosas que posiblemente nunca cambien. Los economistas en Colombia y en el mundo no predecimos recesiones. Ya sea porque nuestros modelos dependen mucho de la tendencia reciente o porque simplemente hay un riesgo reputacional muy grande en plantear que Colombia podría estar creciendo muy cerca al 2% en 2016. Sea como sea, en el país seguirá siendo mejor visto quien hable del blindaje económico y de nuestra fortaleza relativa en la región.

Sin embargo, muchas de estos elementos no son nuevos y el punto de este artículo es resaltar los sesgos con que deben luchar los inversionistas al pedir consejo financiero.  

Si bien, es esperable que el experto financiero tenga una opinión más autorizada ya que nadie esperaría que el paciente sepa más que el mismo doctor. También es apenas normal que si su médico de cabecera lleva dos años sin poder curarle el dolor de cabeza usted busque una segunda opinión. 

Así que la pregunta es, ¿cuántas segundas opiniones ustedes piden una vez deciden una inversión? Si para descifrar el rumbo del dólar su experto de confianza acaba de ser sorprendido por 40% de devaluación en un poco más de 6 meses e insiste en que esto es temporal, ¿qué tan malo puede ser oír el grupo creciente de quienes creen que por lo menos en 2015 la tasa de cambio seguirá subiendo? ¿Y qué tan grave oír a quienes pensamos que la devaluación va a durar por lo menos 2 ó 3 años más?

De la misma forma, es importante dejar de buscar solo los analistas con los que nos identificamos. Numerosos estudios muestran que la mayoría buscan expertos solo para confirmar lo que ya pensaban antes (“sesgo a la confirmación”). Así si yo estoy convencido que el dólar ya subió suficiente no le pregunto al grupo de estrategia de Alianza, si pienso que la vivienda en Colombia va bien no leo a Anif, si creo que la economía no puede empeorar solo sintonizo al Ministro de Hacienda.  

Esto último nos lleva a uno de los sesgos más importantes, el del optimismo. Aparentemente es mucho peor y en detrimento de todos los colombianos pensar que Ecopetrol puede caer por debajo de los COP 1.800. Sin embargo, los aplausos no cesaban cuando las recomendaciones eran comprar por encima de COP 5.000.  En realidad es un hecho que nadie quiere a los aguafiestas, a mí tampoco me caen bien. Son inoportunos cuando insisten en plena fiesta que mañana hay que levantarse temprano y molestos cuando al otro día y en pleno guayabo madrugan a escribir un artículo diciendo se los dije.