Entre las preocupaciones por el retorno de Donald Trump a la Casa Blanca se encuentra la relativa a la posible flexibilización de la persecución de conductas anticompetitivas, aunque no necesariamente de la llevada a cabo contra las Big Tech.
El presidente electo ha expresado críticas hacia las compañías tecnológicas como Meta, argumentando que afectan la libertad de expresión.
Andrew Ferguson, próximo presidente de la FTC mencionó, en una declaración oficial que las leyes antimonopolio deben aplicarse “a todas las plataformas que limiten ilegalmente la capacidad de los estadounidenses para intercambiar ideas libre y abiertamente”.
Por otro lado, en una reciente entrevista con la CNBC Lina Khan, actual cabeza de la FTC, insinuó que la posibilidad de que la mano dura de Trump contra las Big Tech no sea una realidad, sino todo lo contrario.
Según Cahn, es natural que empresas como Amazon y Meta intenten acercarse a Trump para obtener acuerdos que terminen con las investigaciones de la FTC sobre prácticas anticompetitivas, lo que significa que no cambiarán significativamente la forma de hacer negocios que las ha caracterizado.
De hecho, compañías como Google, Amazon, Microsoft y Apple, donaron enormes sumas de dinero al fondo destinado a cubrir los gastos de la ceremonia de investidura presidencial de Trump (1 millón de dólares cada una), según reporta la BBC.
Pero, además, confidencialmente Mark Zuckerberg acaba de anunciar que Meta dejaría de controlar las publicaciones con información dudosa para privilegiar, en cambio, la libertad de expresión, tal y como hace la red X .
Este cambio de posición va en línea con el discurso de Trump sobre una libertad de expresión sin límites.
Zuckerberg, afirmó que su decisión está motivada por la percepción de que los controles están viciados por sesgos políticos y en algunas ocasiones constituye censura, postura que coincide con las críticas que el mismo Trump ha formulado contra la plataforma.
La cuestión es si Trump cederá ante las presiones de las Big Tech. Lo sucedido con TikTok, que hoy enfrenta una nueva ley que prohíbe su uso y operación en territorio estadounidense, puede servir de ejemplo para responder esta inquietud.
Aunque Trump criticó duramente esta aplicación por ser una herramienta para el espionaje de china, pidió a la Corte Suprema, quien está estudiando la constitucionalidad de la ley, aplazar su pronunciamiento hasta después de su toma de posesión con el fin de buscar una solución.
Sin embargo, el pasado viernes, la Corte respaldó la ley que prohíbe a TikTok operar en EE. UU. a menos que su matriz venda la plataforma o ceda su control.
El diario El Confidencial reportó que este viraje de 180 grados, frente a Tik Tok, se puede atribuir a que esa red social fue en extremo útil en la campaña presidencial de Trump, para difundir sus ideales entre los jóvenes y hoy sigue siendo un medio valioso para comunicarse con su electorado.
A lo anterior se suman los rumores que andan circulando según los cuales esa plataforma podría ser adquirida por Elon Musk, uno de los mayores aliados del presidente.
CNN ha registrado que, aunque representantes de TikTok han negado estas voces, la posibilidad de que Elon Musk compre la compañía tiene sentido debido a que sus inversiones en China, a través de Tesla, y los vínculos comerciales que el empresario tiene con ese país, podrían facilitar la operación.
Queda por ver si Trump mantendrá su postura crítica o cederá ante las presiones de las Big Tech. Solo el tiempo dirá cómo será el desenlace de esta compleja dinámica y qué impacto tendrá en la libertad de expresión y en las prácticas comerciales de las grandes plataformas tecnológicas.
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