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lunes, 24 de septiembre de 2018

El fallido intento de alcanzar un mercado común en el marco de la Comunidad Andina y la crisis del sistema multilateral de comercio agudizada por la administración de Trump, ha redirigido las miradas hacia la Alianza del Pacífico, esquema en el que se han comenzado a generar grandes expectativas.

Dentro de los objetivos de la Alianza, en materia de facilitación de comercio y cooperación aduanera, se encuentran una serie de compromisos tendientes a lograr la simplificación de los procedimientos aduaneros fundamentados en la gestión del riesgo.

Según la “Visión Estratégica de la Alianza del Pacífico al año 2030”, documento suscrito por los mandatarios de los países signatarios, se pretende lograr una Alianza más integrada, más global, más conectada y más ciudadana, con el propósito de alcanzar la libre circulación de bienes, servicios y personas en 2030.

El eje de los compromisos adquiridos en materia aduanera radica en lograr la interconexión entre todas las aduanas de los países signatarios de tal suerte que se permita la máxima agilidad y eficiencia en el despacho aduanero de las mercancías.

Para cumplir con este propósito, los signatarios se obligaron a implementar sistemas informáticos modernos, así como a reducir los tiempos de los trámites de despacho de las mercancías a un máximo de 48 horas. Hoy en día, en Colombia este tipo de tramites pueden fácilmente tomar hasta 230 horas.

Otro cometido que se pretende alcanzar, con la Alianza del Pacífico, es un mínimo de seguridad jurídica y de respeto a los derechos y garantías fundamentales, razón por la cual sus miembros se comprometieron a garantizar que las determinaciones que adopten sus autoridades aduaneras sean susceptibles de revisarse en sede administrativa, en segunda instancia, por parte de órganos técnicos e independientes.

Si el Gobierno realmente pretende cumplir este compromiso debe comenzar desde ya a pensar en diseñar una estructura institucional adecuada que permita la creación de estos órganos de revisión independientes pues ya comenzó la carrera contra reloj en la medida de que estos ajustes debe estar listos en 2030.

En este sentido es imperioso que el Gobierno se de a la tarea de elaborar un cronograma y un plan de trabajo.

En aras de lo anterior, bien puede tomarse como punto de partida las conclusiones del foro “La transformación de la Aduana como factor de éxito de la Alianza del Pacífico” organizado la semana pasada por Federación Colombiana de Agentes Logísticos en Comercio Internacional (Fitac) y Araújo Ibarra y Asociados, en donde se analizó en extenso y de manera prolija todos los compromiso que en materia de aduanas se acordaron en el marco de esta Alianza.

Nunca un acuerdo de libre comercio había abordado de manera tan comprometida, ambiciosa y profunda el tema aduanero. Sea esta la ocasión propicia para diseñar y acometer un plan de navegación tendiente a llevar a la práctica las reformas necesarias.

Para ello se requiere de una gran dosis de voluntad política porque de lo contrario corremos el riesgo de que esos compromisos queden reducidos a sueños y buenos deseos que comenzaran a aplazarse año tras año, hasta terminar desvaneciéndose por agotamiento, como ocurrió con la hoy figura espectral de la Comunidad Andina.