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lunes, 23 de diciembre de 2019

No en vano se dice que cuando los elefantes pelean, las que sufren son las hormigas; y eso es lo que parece estar ocurriendo en el escenario del comercio internacional.

El pasado 11 de diciembre, el Sistema de Solución de Controversias de la Organización Mundial del Comercio (OMC) pareció entrar en agonía con el bloqueo definitivo de Estados Unidos al Órgano de Apelaciones.

Así que, en adelante, tendremos una OMC completamente debilitada en un contexto en el que los países van a tender a apartarse de sus normas y principios. Es decir que esto se va a asemejar más a la ley de la selva. Esta situación favorecerá, a no dudarlo, a los países con mayor poder económico y se avizora un sistema de comercio cada vez más fragmentado y menos globalizado. Todo ello, aunado a los efectos derivados de la guerra comercial desatada por Estados Unidos., hace prever un panorama bastante sombrío en el comercio internacional.

Como consecuencia de esta situación, algunos países ya han empezado a preparase para lo que viene. Por ejemplo, la Unión Europea anunció que realizará algunas reformas que le permitirían imponer medidas de defensa comercial cuando un grupo especial de la OMC decida un caso en su favor y la contraparte apele para congelar el caso indefinidamente.

Si bien es claro que las guerras comerciales pueden representar algunos espacios de oportunidades para Colombia, también significan unas claras y graves amenazas que exigen, de manera apremiante, fortalecer la eficacia de las medidas de defensa comercial.

De ahí que se debe trabajar de manera inmediata en introducir urgentes reformas al régimen de medidas defensa comercial, que ya se está quedando vetusto y paquidérmico ante las nuevas realidades. Nuestro régimen está afectado por deficiencias procedimentales e institucionales que minan de manera grave su eficacia y celeridad.

También es indispensable que se adopten y unifiquen políticas en torno a la aplicación de este mecanismo, puesto que en muchas ocasiones ellas no son claras ni consistentes. En esta materia es claro que el Gobierno tiene un grandísimo margen de discrecionalidad para administrar este mecanismo y de ahí que pueda optar por una de dos situaciones: aplicarlo de manera ágil y decidida, por supuesto, cuando ello lo amerite, o hacerlo difícil y aplicarlo de manera restrictiva. Aquí lo que es importante es que los usuarios y la comunidad empresarial tengan absoluta claridad acerca de cuál va a ser la opción escogida. La situación de muchas industrias en Colombia está en vilo por los excedentes y las graves distorsiones que ha producido esta guerra comercial y, en algunos casos, la situación no da más espera. Es claro que en la presente circunstancia el mecanismo de defensa comercial no está permitiendo adoptar de manera oportuna los remedios requeridos.

Otro tema al que hay que prestarle atención prioritaria es la actual coyuntura que representa la Comunidad Andina de Naciones, en donde en algunos casos Colombia pareciera tener todas las obligaciones y ningún derecho. La estructura jurídica e institucional de este sistema indudablemente ha quedado obsoleto.

Por consiguiente, es claro que el entorno que están marcando las realidades de las relaciones comerciales internacionales implica unos retos para quienes dirigen la política del comercio exterior en Colombia, pues se van a ver abocados a un escenario bastante caótico.