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lunes, 26 de septiembre de 2022

Recientemente Microsoft, propietaria de las videoconsolas Xbox y de diversos desarrolladores de videojuegos, comunicó su intención de adquirir, por más de US$60.000 millones, la compañía Activision Blizzard, propietaria de famosas cadenas como Call of Duty, Candy Crush u Overwatch.

Esta operación ha despertado gran inquietud, a diversos niveles, por cuanto se teme que se consolide la posición que la FTC (Federal Trade Commission) fijó en el caso de Nvidia en el año 2021, en el sentido de bloquear a priori la integración, sin entrar a considerar o evaluar la eficacia de los compromisos o condicionamientos ofrecidos por los intervinientes.

Las preocupaciones nacen en concreto del hecho de que, en el caso de Microsoft y Activision Blizzard, la FTC avanzó a la segunda etapa de la investigación, lo que, según profesionales como Bill Baer, puede representar una señal de que la transacción va a ser bloqueada.

En la operación entre Nvidia, fabricante de tarjetas gráficas y componentes tecnológicos y ARM, principal proveedor de chips de Estados Unidos, Qualcomm y otros competidores de Nvidia, instaron a la a FTC a detener la transacción dado que, según estas empresas, Nvidia pretendía acaparar los chips de ARM.
Ante esas acusaciones, Nvidia se comprometió con la FTC a garantizar al acceso de sus competidores al abastecimiento de los chips.

A pesar de lo anterior, la FTC presentó una queja administrativa para bloquear la transacción pues consideró que ese acuerdo podría generar efectos anticompetitivos en el mercado.

La integración entre Microsoft y Activision ha sido sometida a la aprobación de las autoridades no sólo en EEUU sino en otras jurisdicciones como las de Reino Unido y Arabia Saudita. De hecho, la autoridad de este último país, la General Authority for Competition, ya dio su visto bueno a la operación.

En EE. UU. y el Reino Unido, Sony, propietario de PlayStation, y principal competidor de Microsoft, ha insistido en que la transacción producirá efectos indeseables en la competencia toda vez que, una vez aprobada o perfeccionada, los consumidores sólo podrán tener acceso a los videojuegos de Activision Blizzard, empresa que controla los títulos más vendidos en el mundo, a través de las consolas de Xbox, exclusivamente.

Aduce Sony que lo anterior generará una barrera de acceso al mercado que impedirá, a los consumidores que cuentan con las consolas playstation, la posibilidad de adquirir esos videojuegos lo que puede implicar, a su vez, que estas consolas salgan del mercado.

Frente a los argumentos de esta empresa, el CEO de Xbox y Gaming Microsoft, Phil Spencer, manifestó que están dispuestos a comprometerse a garantizar que los juegos desarrollados por Activision, puedan seguir siendo operados en cualquier consola, y no solo en Xbox, en aras de garantizar la libre competencia en ese mercado.

Bill Baer, analista de la Brookings Institution y exdirector de la FTC, ha sostenido que las agencias antimonopolio no ven con buenos ojos compromisos como el que planteó Microsoft.

Para Baer, la tendencia de esas autoridades es bloquear a priori las integraciones antes de evaluar los condicionamientos ofrecidos por las partes que permitan garantizar la libre competencia.

Estas actitudes dogmáticas podrían erigirse en una amenaza a la iniciativa privada en la medida en que conllevan el riesgo de objetar o impedir gratuitamente operaciones sin tener en cuenta que ellas pueden generar economías de escala y eficiencias y representar beneficios para el escenario concurrencial y para las cadenas de producción.