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lunes, 13 de marzo de 2023

Colombia vive en los últimos meses una grave y expansiva crisis de escasez de medicamentos.

Desde mediados del año pasado, muchos fármacos no se consiguen -algunas vitaminas, analgésicos, anestésicos, relajantes musculares, antibióticos, cloruro de potasio, carbonato de calcio, neostigmina y lidocaína- entre muchos otros. La lista es muy extensa.

Más de 130 instituciones reportan escasez de medicamentos y también de insumos como suturas, máscaras, jeringas, electrodos, catéteres, entre otros.

Obsesionada en imponer a rajatabla una improvisada reforma del sistema que, según el consenso entre los expertos, amenaza con acabar la cobertura de salud para todos los colombianos, la ministra Carolina Corcho y su equipo no ofrecen hasta ahora solución alguna para encarar esa crisis que según ACEMI ya afecta a alrededor de 1200 medicamentos de uso cotidiano.

Es un problema extremadamente grave considerando que afecta fármacos para el tratamiento de trastornos mentales, VIH, leucemia, diabetes, hipertensión arterial y cáncer, por citar solo algunos y ya hay preocupación por que al aparecer la escasez ya está llevando a la suspensión de tratamientos vitales.

Además, en muchos casos, son las EPS las que llevan el bulto porque al no contar con los medicamentos necesarios, la imagen que queda es que prestan un mal servicio y no cumplen con su cometido. Es decir, que la crisis además está contribuyendo a desprestigiar de muy mala manera el sistema de salud. Nos negamos a pensar que la inexplicable inacción e indiferencia de las autoridades ante este problema tan grave pueda estar inspirado en ese cometido.

La crisis tiene indudable conexión con la pandemia del Covid 19, que incrementó la demanda mundial de algunos medicamentos y afectó, al mismo tiempo, las cadenas de suministro de materias primas en países como India y China grandes productores de componentes, en especial para medicamentos genéricos.

Se han identificado también, como causa de la crisis, el retiro de los fármacos del mercado por baja rentabilidad, la demora de los tramites ante el Invima, entre otras.

Cuentan igualmente, para completar el panorama, el peso de las expectativas y la incertidumbre para los actores del sistema respecto de la evolución que pueda tener la reforma Corcho y las consecuencias que se derivaran, para ellos, de las disposiciones que se aprueben.

Frente a esta encrucijada es inaplazable que el Gobierno se espabile, haga uso de los mecanismos con los que cuenta para corregir esta situación y se con centre en la tarea de adoptar, con la urgencia requerida, medidas realmente eficaces para proteger la salud de los colombianos.

ACEMI ha solicitado al Ministerio de Salud adoptar medidas que permitan obtener datos sobre la disponibilidad e inventarios de los medicamentos con los que cuentan las compañías farmacéuticas.

Lo único cierto, hasta el momento, es que el panorama es bastante sombrío y no se avizora ninguna solución en el horizonte. Otro mal augurio para la controvertida reforma de la salud, pues da lugar a preguntarse, si el Gobierno ni siquiera es capaz de interactuar inteligentemente con los actores del sistema, para garantizar el suministro básico de los medicamentos esenciales en la hora presente, ¿cómo pretende que los colombianos nos creamos el cuento de que podrá asumir y administrar eficientemente el manejo de la totalidad del sistema de salud?.

Definitivamente, la realidad siempre termina abriéndose paso e imponiéndose sobre la retórica.