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OPINIÓN

Las Tributarias: ansiedad para el recaudo

10 de septiembre de 2025

Gonzalo Araújo Muñoz

Socio en Orza Relacionamiento Estratégico, analista político
Canal de noticias de Asuntos Legales

A un año del cambio de Gobierno nacional, este discute una nueva Reforma Tributaria, que busca aumentar el recaudo de impuesto, en lo local y lo nacional. Lo mismo pasó con la ciudad de Bogotá, que había presentado un proyecto de Reforma Tributaria, que tuvo que retirar este lunes por presión del Concejo de Bogotá.

No sorprende que el Gobierno nacional llegue al Congreso con este instrumento de política, pues, hemos visto un presupuesto desfinanciado, un gasto público en crecimiento desbordado y un importante crecimiento de las Ordenes de Prestación de Servicios - OPS - como herramienta para ganar adeptos y seguidores ante la compleja situación del sector productivo.

Uno de los elementos más llamativos de LAS TRIBUTARIAS es la carga impositiva con la que arremete Gustavo Petro contra la economía digital y, en especial, contra la industria FINTECH, que no es muy lejana a la mirada del Gobierno de la CIUDAD. Cada uno, en su nicho, busca crear o ampliar la base de recaudo con especial énfasis en el sector financiero colombiano. Para la muestra, el ICA propuesto por la administración Galán al sector financiero sube de una tarifa vigente del 13,8 por mil a 21 por mil, mientras que en la Tributaria del Gobierno nacional se establece una renta de entrada del 50%. A esto se suman los llamados “impuestos arandelas” a las criptomonedas, el aumento del IVA a plataformas digitales y otros gravámenes que, en conjunto, configuran un escenario hostil para la innovación y la inversión.

El problema no se limita al frente financiero. La misma lógica de recaudo a toda costa se refleja en sectores como el audiovisual, donde el Proyecto de Acuerdo 767 de 2025 en Bogotá planteaba subir el ICA a la gestión de derechos de obras audiovisuales del 9,66 por mil vigente al 11 por mil. Una medida que contradice el discurso oficial que califica a la cultura y a la economía creativa como prioritarias para la ciudad. En lugar de estimular la producción audiovisual, se le encarece la operación con un impuesto que ignora su aporte a la diversificación económica y a la identidad cultural. Así, lo que debería ser una apuesta de política pública se convierte en otra víctima de la ansiedad recaudatoria

Con este panorama, la discusión tributaria en Colombia suele repetirse con cada gobierno, sin importar su ideología, su origen, ni los supuestos técnicos y macroeconómicos. La promesa siempre es la misma: subir el recaudo para frenar el déficit y poder gastar más, pero lo que no cambia es la forma: en lugar de fortalecer la capacidad del Estado para cobrar de manera más eficiente lo que ya está establecido, se recurre a la fórmula facilista de crear más impuestos o subir los existentes (que ya son bastante altos y están mal enfocados). Así, la evasión y la elusión siguen intactas y se castiga a los que ya cumplimos.

Esta inercia revela una verdad incómoda: los gobiernos no compiten en eficiencia, sino en creatividad impositiva. La izquierda del Gobierno nacional y el centro (como se define la alcaldía) se encuentran en el mismo terreno cuando se trata de gravar. Hay un cambio de discurso, pero no de estrategia. El resultado es un sistema tributario cada vez más pesado que desalienta la inversión, frena la innovación, y erosiona la confianza ciudadana.

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