Las elecciones legislativas celebradas el pasado 9 de marzo dejan un fuerte sin sabor, las múltiples denuncias por diferentes sectores de la sociedad alertaron lo que estaba por venir; no bastaron las alarmas sobre “las movidas” de algunos caciques tratándose de cupos indicativos, como lo fue en el departamento de Córdoba en donde un conocido congresista, “gestionó” más de 50.000 millones para un municipio “miserable” por su clase política corrupta y amañada; los resultados de esta elección dejan mucho que pensar como por ejemplo la misma ilegitimidad de la elección del congreso venidero, pues no solo se vieron las viejas prácticas de clientelismo y corrupción, también estuvo presente la “trampa”.
La ilegitimidad del congreso que se eligió el pasado fin de semana, no dimana o nace de un determinado de curules que gane un partido político; tratándose de ello quizás solo uno podría decir que no tuvo una “dulce” victoria, no porque no hubiese obtenido un envidiable desempeño electoral, sino porque los mecanismos para motivar al elector a su apoyo estuvieron totalmente desprovistos de la “mermelada” corruptora, empalagosa y nociva; el daño que puede llegar a permear a una sociedad un congreso ilegítimo, corrupto, y desprovisto de virtud es abismal. Los intereses de las mayorías excepto 31 congresistas electos, son espurios ajenos al interés general y a los correctos destinos de la Nación.
Ese antivalor que aqueja hoy nuestra democracia, que golpea de manera grave la institucionalidad, que pone en aprietos esa juridicidad de las actuaciones del congreso elegido, no solo deja ese sabor de lo legitimo y lo que no lo es, de los fines y los medios, del poder y la autoridad, de lo eficaz y lo sencillamente inexistente, y es ahí donde hay que ponderar los valores democráticos y jurídicos que demanda una sociedad como la nuestra, agobiada por una “sub cultura” de ilegalidad, ya hemos visto como funcionarios se abrogan súper poderes por encima de la ley, ya vimos como “senadores” apañan el debate democrático, induciendo, incitando a errores al elector, ¿Dónde está el Consejo Nacional Electoral?
De qué forma se le aporta a una sociedad, cuando se transmite un mensaje de engaño, que vale la pena timar, que no solo hay que acudir a la trampa para lograr los propósitos propios del atajo, lo más grave de todo esto es que nadie dijo nada, que no existen mecanismos jurídicos adecuados al organismo de regulación en materia electoral mal llamado Consejo Nacional Electoral, un organismo desacreditado no solo por sus prácticas “non sanctas” en los casos que ha actuado como “recadero” del régimen con el firme propósito de descompensar el debate político tratándose de los adversarios del “premier”.
Dicho en otras palabras, muchos no daban un solo peso por la más joven fuerza política del país, el centro democrático, nadie creería que iba a tener tan importante respaldo popular, donde millones de colombianos votaron “hasta el hombro” por esa nueva colectividad política; a los partidos tradicionales el de Caro y Ospina, el de Mosquera y López, les tomo más de 160 años para lograr tener vigencia, y algo de conexidad con una minoría de ciudadanos, ellos que en el mayoría de los casos aun apoyan estas colectividades motivados por ese clientelismo que se promueve por los caciques de siempre, de los mal llamados “históricos”, pues de eso solo tienen la permanencia en el tiempo, la historia que han dejado ha sido siniestra y desastrosa para todos los Colombianos.
De los congresistas elegidos el domingo cerca de 68 tienen vínculos espurios, investigaciones recientes o simplemente desprestigio público; basta recordar como la “corzoton” buscaba cuestionar a un senador que no le alcanzaba para la gasolina, ese mismo fue tristemente reelegido; las amenazas que puede generar un congreso ilegitimo excepto por 31 de sus miembros son altas, porque no mencionar la permanencia de nuestro modelo económico, o las garantías constitucionales a la propiedad privada; mientras muchos miran ya como hacer “pilatunas”, otros debemos abordar el asunto, y pensar en salidas jurídicas para repetir las elecciones que se celebraron de forma ilegítima y costosa para toda la Nación.
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