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lunes, 7 de septiembre de 2015

Lo paradójico de todo es en primer lugar, que ningún delincuente bien sea de las Farc o ELN ha sido deportado; las deportaciones ilegales y arbitrarias han perjudicado a cerca de 270 familias, fraccionado cientos de hogares, alejado a padres de hijos, y sin lugar a duda una persecución sin cuartel a todo colombiano que se encuentra en zona de frontera, las actuaciones de Maduro tienen tres aristas por así decirlo: en primer lugar un contenido altamente político, un contenido distractor, y desde luego un contenido criminal, pues sus actuaciones como el desplazamiento forzado, la discriminación, y las deportaciones ilegales son catalogados como crímenes de lesa humanidad.

A escasos meses de celebrarse el certamen electoral en Venezuela en donde sin duda Maduro saldrá mal favorecido, según las últimas encuestas, circunstancia esta que pone en serios aprietos al régimen venezolano, por ello que mejor que generar una crisis humanitaria en zona de frontera con el país que se le ha aguantado de todo por tan poco, así nos ven a los colombianos allá, Venezuela es el paraíso del narcotráfico delito que ha agudizado la violencia en nuestro país, y albergue del terrorismo internacional en la región, a ello sumado el papel de este país como garante de derechos y cuanta babosada se inventan en el tristemente conocido proceso de paz que se lleva en La Habana con las Farc. 

Como están las cosas, Maduro dejara de ser presidente en el vecino país, asunto que mejoraría la vida de millones de hermanos venezolanos, y nos evitaría ser víctimas de los desafueros de un loco empalagado de poder, es por esta razón que quizás una de las puertas de entrada al que podría ser otro abuso del poder, de las libertades y derechos civiles en Venezuela, es crear semejante crisis internacional con el firme propósito de establecer un Estado de Excepción,  y por cuenta de ello aplazar las elecciones que quizás le dirían adiós al castro-chavismo en Venezuela, las razones políticas para generar esta crisis no solo son evidentes también son mezquinas. 

El contenido distractor también es evidente, un país más que quebrado, salpicado por escándalos de corrupción en todas las esferas en donde se evidencia la infestación del narcotráfico en todo el establecimiento, tiene que ser patente de corso para obligar a la opinión a mirar a otro lado, y por cuenta de ello desplazar actividades de Estado con propósitos delictivos y calificados como crimines de lesa humanidad, es más que una salvajada; mientras tanto nos empapamos del silencio cómplice de la región, el apaciguamiento de la OEA mal sano, y la mirada a otro lado del delegado para los derechos humanos en Colombia de la ONU. ¿Qué más debe pasar?