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martes, 1 de febrero de 2022

La industria de los drones (UAS - Sistemas de Aeronaves No Tripuladas) nos sorprende una vez más, pues desde esta se han desplegado más que tareas, misiones de todo tipo, loables y nobles, como el rescate de Millie, una perrita que se encontraba perdida y en peligro de ahogarse en un pantano, y que por medio de un señuelo (salchicha) atado a un dron, operación de por sí exitosa, se logró dirigirla y ponerla en un lugar más seguro para posteriormente reunirse con su familia humana. Claro, al parecer Millie no era vegetariana pues esta historia hubiese tenido otro final.

Los jefes del equipo de búsqueda definieron esta operación como una idea loca. Recordando lo dicho por Elon Musk en alguna oportunidad, “podrías verlo suceder o ser parte de él”, los rescatistas prefirieron ser parte de esta hazaña, ser parte del cambio.

Hoy, gracias al crecimiento de esta industria con sus innumerables capacidades, como inspecciones de infraestructura y campos agrícolas por medio de escáneres, la actuación rápida en respuesta a catástrofes, la aplicación de productos químicos en cultivos, el uso de los llamados laboratorios voladores que miden la contaminación en las ciudades, la entrega de productos (iFood - Brasil será la primera empresa en América Latina en usar drones en entregas), fotografía y videografía del alta definición, solo por nombrar algunas, se han facilitado una serie de misiones que antes requerían de altas inversiones en dinero, tiempo y personal.

En Colombia, se han madurado ya algunos proyectos que otorgarán la oportunidad a las zonas de difícil acceso, que son tantas en nuestro país, para que puedan recibir, así como entregar sus encomiendas, algunas tan vitales como los víveres y las medicinas. Misiones tan simples como la entrega de alimentos entre dos poblaciones separadas por ríos y sin puentes, serán posibles. Hay que ejecutar y así contribuir a la inclusión de la que tanto se habla, hoy más en campaña presidencial.

Del mismo modo, nuestras Fuerzas Armadas a la fecha han hecho uso de los drones en sus misiones, los mismos han permitido rastrear y obtener la ubicación exacta y gracias a sus cámaras de gran alcance obtener las características físicas de algunos delincuentes para su posterior captura, tenemos otras tareas, como actividades de vigilancia y control de fronteras.

Tantos son los usos, comerciales, personales y claro la delgada línea, como el apoyo a acciones terroristas, aquí ya las misiones no son loables y nobles, sino misiones peligrosas, desestabilizadoras y letales, pues amenazan la tranquilidad, esta será el arma elegida por los terroristas, convirtiéndose en un problema de seguridad nacional.

En la actualidad los Emiratos Árabes han prohibido con algunas excepciones el uso de drones debido a los presuntos atentados que se llevaron a cabo en enero sobre una instalación petrolera en Abu Dhabi. En la misma línea hoy también es posible coordinar varios drones simultáneamente, los llamados “enjambres”; estos preocupan a los países pues su capacidad defensiva no se encuentra preparada.

¿Cuáles son las acciones? Debemos empezar a trabajar en el desarrollo de sistemas de detección y contraataque. Además, un mayor control, sea un dron recreativo o para uso comercial, deberá contar con la aprobación y/o registro de nuestra autoridad aeronáutica (sin importar su peso), esto implicará un mayor despliegue de recursos, pero al mismo tiempo se generará control y trazabilidad.