En la era digital, la imagen de un atleta profesional se ha convertido en un activo sumamente valioso y, al mismo tiempo, frágil. Las redes sociales, los marketplaces y la facilidad para producir y distribuir mercancía han disparado los casos de uso no autorizado de nombres, fotografías, firmas y logotipos vinculados a deportistas. Un ejemplo recurrente es la venta de camisetas, gorras o artículos promocionales con el nombre o número de un jugador sin contar con licencia oficial. Estas conductas vulneran derechos de imagen y, en muchos casos, derechos marcarios si el nombre o el diseño están registrados. En redes sociales, el problema crece con cuentas falsas que se hacen pasar por el atleta, difunden contenido sin permiso o utilizan su imagen para promocionar productos.
La protección jurídica exige una estrategia preventiva que comience antes de que surja la infracción. Registrar como marca los elementos distintivos vinculados al atleta nombre, apodo, logotipo, firma, entre otros y establecer un monitoreo constante en redes y marketplaces resulta clave para detectar usos indebidos de forma temprana. Una vez identificado el infractor, las acciones pueden ir desde una reclamación extrajudicial y la baja del contenido en plataformas, hasta demandas por daños y perjuicios. Las plataformas digitales y los marketplaces internacionales cuentan con mecanismos internos para reportar infracciones, pero para que una solicitud prospere es indispensable contar con registros formales y evidencias claras de la infracción. Sin esas pruebas, las denuncias suelen ser rechazadas o se demoran, prolongando el daño a la reputación y las pérdidas económicas.
La protección de la imagen de un atleta no termina con su retiro de la vida profesional. Muchos exdeportistas siguen generando ingresos a través de su nombre y su legado, sin medidas preventivas, pueden ver cómo terceros lucran indebidamente con años de trabajo y reconocimiento. Una asesoría jurídica especializada es, en estos casos, una inversión a largo plazo para preservar el valor comercial de la marca personal. Un elemento adicional que cada vez gana más relevancia es la educación del propio atleta y de su equipo de trabajo en materia de derechos de imagen y propiedad intelectual. Comprender el alcance de estos derechos, identificar señales tempranas de infracción y saber a quién acudir para actuar con rapidez puede marcar la diferencia entre frenar un abuso en días o permitir que se convierta en un problema costoso y de difícil reparación.
Un factor que suele pasarse por alto es la dimensión internacional del problema, un producto falsificado puede fabricarse en un país, venderse en otro y promocionarse desde un tercero, lo que complica la jurisdicción y las acciones legales. Por ello, los atletas con proyección internacional deben registrar sus marcas y diseñar estrategias de protección en los países clave donde su imagen tenga valor comercial, casos recientes en el deporte latinoamericano demuestran que ligas y atletas con registros marcarios y equipos jurídicos especializados logran frenar rápidamente las infracciones y, en ocasiones, obtener compensaciones económicas significativas. La imagen de un atleta no es solo un símbolo de identidad deportiva: es un patrimonio que, con la estrategia adecuada, puede protegerse y multiplicar su valor en el tiempo.
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