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sábado, 13 de agosto de 2022

Si bien la industria musical tuvo una etapa muy complicada por la aparición del internet, en la que podemos recordar el famoso caso de Napster, que terminó por desaparecer, en una situación que era premonitoria pues la base de su éxito estaba recargada en una completa violación a los derechos autorales.

Con ello debemos denotar que su verdadero gran daño no fue el ocasionado durante su existencia, sino lo verdaderamente grave fue la idea penetrante en el público, dándose cuenta de que la música podía ser gratuita.

Es completamente justo que si uno paga por todos los artículos para una fiesta, pues también se incluyan los derechos autorales y en ese sentido señalo que la tecnología tiene dos caras: por un lado, las plataformas han logrado contrarrestar esta situación injusta logrando compartir gran parte de las ganancias; sin embargo, desde el otro lado observamos que ha faltado un ajuste real a las cifras manejadas, tanto por las plataformas como por parte de las sociedades de gestión colectiva, que son los entes facultados por la ley para recaudar de manera gremial los derechos de autor de sus afiliados.

Por lo anterior, se debe generar un ajuste coherente entre el monto recaudado y lo repartido. A mi manera de ver esta situación, la respuesta la encuentro en el aspecto tecnológico, en donde afortunadamente desde su concepción la app llamada Kobalt hace más de dos décadas, gracias a su alta tecnología, ha logrado captar las cifras correspondientes por las regalías generadas en una manera global, ubicándolas en las distintas plataformas que ofrecen la música a millones de usuarios a través de numerosos catálogos que incluyen a miles de autores.

Sobre Kobalt, es importante decir que se trata de un ente empresarial exitoso que genera más de US$400 millones anuales, logrando integrar a sus filas de su sello editorial a los más renombrados y grandes vendedores de música en todos los continentes, llegando a ser la segunda más grande en los EE.UU.

Dato más importante, a mi parecer, es que quienes firman con ellos tienen al alcance de la mano en la app cifras al momento, respecto de su recaudación, y así generar un cobro exacto ante las principales plataformas, como Apple y Spotify, entre otras. Imponiendo así un valor auténtico de negociación prácticamente de manera unilateral, toda vez que este tipo de plataformas cuentan con respaldo legal en casi todos los ordenamientos normativos nacionales, además de estar incluidos en convenios internacionales.

Por lo anterior, las legislaciones nacionales han debido adecuar su marco normativo para permitir el uso de este tipo de tecnologías en pos de una recaudación transparente, como lo pudimos ver en la pasada reforma en México, que tocó además de una nueva ley de protección la propiedad industrial, cambios en materia penal y derechos de autor derivados de las negociaciones del acuerdo trilateral de Norteamérica, mejor conocido como el T-MEC.

Finalmente, opino que todas las industrias tienen ciclos y en estos la cualidad más importante es la de poder moldearse a cualquier cambio, tanto de parte de los consumidores como de las situaciones políticas que a su vez generan cambios legislativos. No obstante, nunca debemos olvidar que la creatividad autoral siempre existirá y ahora cuenta con una herramienta tecnológica que se presume será cada vez más eficaz y así poder terminar con la brecha de información referente al monto en recaudación y su debida repartición de regalías.