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miércoles, 19 de marzo de 2014

Me sumo a las voces que expresan su satisfacción por los resultados positivos que arroja una especie de Consejo Caribe, con lo funcionarios de esta Región que hacen parte del Gobierno Nacional encabezados por el Ministro de Minas y Energía Amylkar Acosta Medina y la Directora de Planeación Tatyana Orozco.

Contrario a lo que piensa la directora de Proexport, María Claudia Lacouture, creo que el Caribe colombiano sí tiene una razón de ser, obrar y existir en el imaginario colectivo aunque incompleto por falta de una mayor madurez en el proceso de integración regional, lo cual ha sido aprovechado por el centralismo para dilatar nuestra conversión a entidad territorial como lo dispone la Constitución de 1991.

Pese a la identidad que cada departamento en particular tiene, el Caribe es la Región más fácil de identificar en el país y la que guarda una tradición más que centenaria respecto de sus intereses colectivos en materia económica y social sin segregacionismos fanáticos.

De ahí la famosa Liga Costeña de principios del siglo pasado, la Misión R.J. Tipton, la Comisión del Plan de 1968, los foros de la Costa, la creación de los Corpes, la regionalización del Presupuesto de Inversión Pública, la concertación de los Planes de Desarrollo Nacionales, la expedición de una nueva Constitución que autoriza la creación de las regiones como entes territoriales y más recientemente la sanción de una ley de ordenamiento territorial que si bien no tradujo en su totalidad los anhelos del denominado Voto Caribe abre puertas hacia esa vía, porque a su alrededor hay un conjunto normativo complementario que tenemos que aprovechar de mejor manera a la hora de dar el salto autonómico.

El grupo que se reunió en Bogotá y mucha gente en la Costa y el país sabe a lo que me refiero en términos de antecedentes históricos y oportunidades presentes y futuras para concretar los sueños regionales. Tenemos que avanzar en un nuevo modelo de agrupamiento regional para desprendernos de celos y envidias personalistas, con el fin de lograr los planes, programas y proyectos que nos liberen de la pobreza y nos permitan calificar al recurso humano de cara a la formalización laboral, el bienestar social, el emprendimiento comunitario, la reivindicación y protección a la mujer, la nutrición infantil, el tendido infraestructural, el renacimiento agropecuario, la relocalización industrial, entre otros aspectos cruciales para el devenir Caribe y la necesidad de ser más exitosos en relación con la internacionalización de la economía.

Razón tiene la directora nacional de la Esap, doctora Elvia Mejía Fernández, convocante del encuentro en Bogotá, cuando dice que “ya están en marcha políticas públicas o inversiones que el Caribe venía exigiendo en todos los tonos durante muchos años”, mencionando de manera especial “un modelo de desarrollo más conveniente soportado en las exportaciones con valor agregado, políticas activas de reducción de la pobreza que están dando resultados, definición de unas locomotoras para el desarrollo económico que son favorables a la región y apertura para hacer inversiones en infraestructura, tanto en lo social como en lo económico y ambiental”.

Según el ministro de Minas, doctor Amylkar Acosta, “hay que retomar el ímpetu del Compromiso Caribe y el Voto Caribe porque hoy más que nunca están dadas las condiciones, con un gobierno que ha tenido tanta apertura hacia la región, para dar un gran salto en todos los ámbitos del desarrollo”.

Estoy completamente de acuerdo y dentro de esa tónica hay que reconstruir las relaciones entre los sectores políticos, la administración pública, los estamentos empresariales y gremiales y los sectores sociales de la Región para que justo en este momento, cuando se define un próximo gobierno nacional, tengamos la medida exacta y el talle justo del vestido que requerimos.

Lo primero es organizarnos en bloque compacto, sin divisiones ni murmullos ni intrigas y plantearles a los candidatos presidenciales lo que queremos y buscamos. Y el compromiso no debe servir para que nos hagan conejo a posteriori, sino para traducirlo en realidad. Quiero regresar a la sesiones del Senado de la República este 18 de marzo a revivir el Bloque congresional costeño y definir lo que será el modus operandi del nuevo Congreso 2014 - 2018, en sintonía con el proceso de integración regional que está planteado hoy.

En este contexto, quiero ser uno de los más fuertes promotores de un Contrato Plan entre la Costa Caribe y la Nación que, según lo ha sugerido la Ministra de Transporte, doctora Cecilia Álvarez Correa Glenn, puede ser el instrumento más poderoso para generar las transformaciones que se reclaman. Estoy de acuerdo con esa tesis. En este marco de acción, es urgente la presencia vigorosa y vigilante de nuestros medios de comunicación social para que nos ayuden a multiplicar objetivos y a defender propósitos. Sin ellos, todo esfuerzo es vano porque no trasciende.

El Contrato Plan está llamado a ser la pieza clave de una Asociatividad Caribe que desemboque en la futura entidad territorial regional. La oportunidad está servida y tenemos que aprovecharla. Ese es mi mensaje a la segunda reunión que el próximo 26 de marzo se realizará en Bogotá entre los funcionarios del Gobierno Nacional que son oriundos del Caribe.