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lunes, 5 de enero de 2015

En Colombia dicho término hace referencia a las fiestas celebradas, puntualmente, en los pueblos del litoral atlántico en las cuales el espectáculo más relevante es la “corrida de toros”, que tiene supuestamente connotaciones culturales y folclóricas.

A la región caribeña colombiana llega desde España y en la época de la colonia, este “legado”, denominado fiestas en corralejas que no eran otra cosa, según los historiadores, que  una escuela de manejo del ganado, toda vez que había necesidad de herrar, descornar y  curar el ganado, lo que se fue convirtiendo paulatinamente en un “espectáculo”, pues estas faenas se realizaban en presencia de invitados del dueño de la hacienda, quien se encargaba de preparar una gran parranda para dicho evento. Lo hasta acá narrado nada tiene que ver con el episodio de barbarie del que fuimos testigos los colombianos con ocasión de la publicación de un video, en el que se aprecia la manera bárbara y salvaje en la que una turba de desadaptados se ensaña de manera demente y brutal contra un toro indefenso, que lo único que hace es responder a sus instintos.

Lo ocurrido en Turbaco, Bolivar, municipio ubicado a 30 minutos de Cartagena, ciudad declarada Patrimonio Histórico y Cultural de la Humanidad por la Unesco, no es una expresión cultural ni folclórica, lejos, muy lejos está de eso, no es sino  una manifestación del desprecio por la vida que acompaña a muchos colombianos que bajo la excusa de lo cultural desatan sus más bajos instintos frente a la indefensión y ante la mirada cómplice de centenares de ciudadanos que nada hicieron por evitar lo inevitable, el triunfo de la barbarie y la demencia frente al respeto por la vida.

¿Hasta cuándo vamos a ser cómplices de la crueldad animal?

¿Hasta cuándo la prioridad de los espectadores de la barbarie se va a traducir en la obtención de un buen video para colgar en las redes y no en la acción de impedir la barbarie y la demencia?

¿Hasta cuándo, ocultos en el ropaje de la defensa de la tradición y el folclor, vamos a permitir que lo ocurrido en Turbaco siga sucediendo y quede impune?

¿Hasta cuándo vamos a ser cómplices los turistas del interior que pensamos que ir a Cartagena implica montar en coche a sabiendas de las paupérrimas condiciones de alimentación y salud a las que someten a los caballos cocheros, en jornadas de hasta 18 horas diarias?

¿Hasta cuándo vamos a permitirnos estar atados a “tradiciones ancestrales” que nos convierten cada vez más en civilizaciones incivilizadas?

¿Hasta cuándo vamos a permitirnos ser gobernados por pusilánimes personajes como el Alcalde de Turbaco Mayron Martínez, que frente a lo ocurrido, sin el mayor asomo de vergüenza concluye que: “Lo ocurrido en la corraleja de Turbaco es un acto normal y hace parte de la tradición y costumbres de las fiestas del pueblo”?

Reconozco que nunca he asumido posición alguna frente a las corridas de toros,   por lo que de alguna manera he sido cómplice silencioso de la máxima degradación de estas, las corralejas, pero nunca es tarde para reaccionar.

He tenido la oportunidad de conocer de cerca la indignación de una animalista frente a este hecho de barbarie, indignación que comparto, por lo que desde ya prometo defender su causa.

Es nuestro deber como ciudadanos, exigir la aplicación de la Ley 84 de 1989, en virtud de la cual se adoptó el Estatuto Nacional de Protección de los Animales, el cual establece que los animales tendrán en todo el territorio nacional especial protección contra el sufrimiento y el dolor, causados directa o indirectamente por el hombre, entendiendo por animal, los silvestres, bravíos o salvajes y los domésticos o domesticados, cualquiera sea el medio físico en el que se encuentren o vivan, ya sea en libertad o en cautiverio.

Dicha Ley, tiene por objeto, entre otros, el de erradicar y sancionar el maltrato y los actos de crueldad para con los animales, y es competencia del Alcalde Municipal conocer en primera instancia de dichas contravenciones, por lo que podrá imponer multas ya arresto hasta por 45 días.

Así pues señor Alcalde Martinez, muestre algo de respeto por la Ley y aplíquela, ya que por los animales no tiene el más mínimo respeto.