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sábado, 1 de agosto de 2015

En la mayoría de las legislaciones del mundo se regula la posición de dominio como una situación de alto cuidado, que justifica una celosa intervención del Estado en la economía y que implica para el agente dominante una serie de deberes y cargas adicionales a las que tiene un competidor regular. 

Se llama dominante al agente que, por efecto de su cuota de mercado y/o las barreras de entrada del mercado respectivo, mantiene una capacidad amplia de incidir unilateralmente en las características de oferta de un producto o servicio, lo que aplica, sin duda, para Google, empresa que tiene un poder amplio para influir las condiciones del mercado en el que opera.

Hace unos meses, la Comisión Europea anunció la apertura de una nueva investigación contra este gigante de la red por abuso de su posición de dominio, por supuestamente privilegiar sus productos en las búsquedas de internet, en perjuicio de los productos que anuncia su competencia. Así mismo, se le acusa de entorpecer el acceso al mercado de otros desarrolladores de sistemas operativos para móviles diferentes a Android y obligar a quienes anuncian en la plataforma Google a usar sus herramientas para administrar las campañas de mercadeo. Si la investigación terminase confirmando la vulneración del derecho de la libre competencia por abuso de su poder dominante, Google podría enfrentar una multa hasta por el equivalente al 10% de su facturación, lo que superaría los  6.000 millones de euros. Se espera que en el próximo mes de agosto de 2015, la compañía entregue los descargos para controvertir las acusaciones.

Ya anteriormente la Comisión Europea había avanzado en una investigación de competencia contra Google, pero la cuestión se había tranquilizado en 2014 cuando el Comisario Joaquín Almunia aceptó el compromiso de Google para dar más relevancia a los rivales en la pantalla y eliminar pactos de exclusividad en los contratos de publicidad online.

Recientemente se reveló un estudio ejecutado conjuntamente por académicos de las Universidades de Harvard y Yale -y financiado por la compañía competidora de Google (Yelp)- que parece respaldar la base de la referida investigación, al concluir que Google prioriza las búsquedas relacionadas con productos de la misma compañía y sesga los resultados a favor de su propio negocio. 

El estudio se hizo presentando a 2.690 usuarios de internet dos versiones diferentes del buscador Google. Los resultados indican que, cuando se usa la segunda versión, se da un 45% más de probabilidades de que los usuarios hagan clic en los enlaces de la competencia, que en los de Google, lo que puede ser una señal de que las opciones que hoy seleccionan los usuarios no son del todo fruto de la libre y neutral escogencia, sino de una plataforma sutilmente teledirigida.

Después de varios intentos de investigación de las autoridades, puede ser que en esta ocasión se logre determinar a ciencia cierta si existe un fundamento real en los cargos. Cualquiera sea el resultado, lo interesante es que la investigación va a servir para profundizar el alcance del concepto de “neutralidad en la red”, previamente acuñado precisamente por Tim Wu, coautor del estudio académico ya mencionado.