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lunes, 16 de mayo de 2022

Recientemente estudios y expertos han indicado que en América Latina el comercio intrarregional es del 17% mientras que en la Unión Europea del 58% y en el sudeste asiático en el marco del RECEP del 48%, esto debido a la acumulación de origen y la promoción precisamente de la CRV. En nuestra región, conforme a lo analizado por el BID, solo el 21% de las importaciones de EE.UU. vienen de América, debido a que solo 2 ( T-MEC y DR-CAFTA) de los 6 acuerdos comerciales que tiene suscrito EE..UU con 11 países de la región, permiten la acumulación de origen.

Según estudios de la OMC, 2 de cada 3 productos incluyen para su producción a 2 o más países. Es decir, más del 60% de la producción mundial de bienes e insumos está interconectada entre los países.

En este contexto, en muchos de los acuerdos comerciales que se tiene en la región, el desarrollo de las cláusulas de acumulación de origen entre los países es esencial para lograr este sueño, algunas de ellas son más concretas y posibles otras redacciones simplemente son un llamado a ese sueño, pero en todos los casos la acumulación de origen es esencial en los próximos años en la región, sea según los distintos países y tendencias que se esté pensado en un mayor aprovechamiento, una renegociación o incluso frente a la decisión de adherirse o celebrar nuevos Acuerdos Comerciales.

Y es que si se considera que las pequeñas y medianas empresas rara vez comercian fuera de su región de origen, y que cada vez es más habitual escuchar, especialmente entre las grandes industrias que habían optado por la deslocalización de alguna parte o toda su producción (cadena de suministro desde o hacia países emergentes) en volver o esperar restablecerse en su mercado local o cerca de él, esta iniciativa tiene el potencial de sumar múltiples intereses.

Mas considerando que frente a todo lo que ha venido ocurriendo en los últimos años (desde el COVID pasando por los contenedores hasta los nuevos desarrollos en tecnología) la sensación de que las reglas de origen ya no están reflejando efectivamente los procesos productivos, la disponibilidad de insumos, el nivel de transformación, y la integración de los países entre los insumos y productos finales es algo cada vez más recurrente. Las flexibilidad que muchos acuerdos contemplan en materia de la regla de minimis (hasta 10%) o el principio de absorción (bienes intermedios o incluso materiales indirectos ) o el mecanismo de escaso abasto no han podido potenciar esa mayor integración regional.

En ese contexto, a lo largo de toda América las distintas modalidades de acumulación están listas para ser propuestas, negociadas e implementadas con el fin de facilitar e incentivar estos nuevos encadenamientos productivos regionales. Una producción a escala regional manteniendo para sí actividades que permitan una mayor apropiación de valor, buscando deslocalizar desde otras regiones hacia empresas de la región procesos de bienes intermedios e insumos de productos que complementen esas cadenas, es una propuesta que en todos los sectores y tendencias políticas encuentra una recepción positiva. El deseo y la idea de la integración en la región siempre ha estado presente, desde Simón Bolívar el sueño ha estado buscando concretarse, el reto es como superar ese 17% y precisamente la acumulación en materia de origen, utilizando la estructura actual de acuerdos comerciales es partir del camino construido.