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sábado, 18 de julio de 2015

Las creaciones de la mente han demostrado ser capaces de generar valor de formas jamás imaginadas; miremos por un instante a Google Inc., entidad que en el año 98 estrenó su motor de búsqueda, el cual es en sí mismo un activo tan poderoso y avanzado que le permitió rebasar con cierta facilidad a sus competidores. Gracias a esto, la mencionada Corporación, ha creado un imperio económico fundado sobre un algoritmo binario, es decir, una gran cantidad de unos y ceros sobre el cual funcionan todas sus líneas de negocios.

Es así, como a partir de una idea gestada en la mente de sus fundadores se ha creado una empresa valorada en bolsa cercana a los US$350.000 millones.

En Colombia, nuestras compañías han venido, paulatinamente, despertando hacia esta tendencia, razón por la cual, observamos con más frecuencia el registro de patentes, diseños industriales, esquemas de trazado y signos distintivos como lo son,  por ejemplo, las marcas.

Concretamente quisiera referirme a ellas, pues lastimosamente es bastante frecuente  encontrar empresas que nunca registran su activo más valioso debido a que equivocadamente confundieron la inscripción de  la razón social en Cámara de Comercio con el registro de una marca. Debo mencionar que en nuestro país, este tipo de entidades, no tienen jurisdicción o poder alguno sobre asuntos que versen sobre propiedad industrial, toda vez que el Decreto 1687 de 2010 y otros expedidos con anterioridad, establecieron que la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC) es la competente en materia de Propiedad Industrial en Colombia.

Bajo este orden de ideas y siendo que una marca se define como cualquier signo que sea apto para distinguir productos o servicios en el mercado, al momento de crearla,  se debe hacer todo lo posible para dotarla de distintividad evitando que la misma pueda generar confusión con otras previamente otorgadas por la SIC y de esta forma aumentar las posibilidades de lograr un registro exitoso. 

Este último le otorga al empresario el derecho de exclusividad sobre la marca y sus usos, con lo cual se le permite oponerse a los nuevos registros que afecten sus derechos, imagen y posicionamiento en el mercado.

De acuerdo a la revista Forbes, actualmente la marca más valiosa del mundo es Apple con un valor estimado de $145 Billones de Dólares, cifra alcanzada en 39 años  de existencia y fruto de su inversión en publicidad e innovación, lo que hace de esta una marca notoria con presencia global.

Con esto en mente, si una marca puede fácilmente, convertirse en uno de los activos más valiosos de una empresa, ¿no debería contar con la mayor protección posible?, especialmente cuando el registro se puede hacer de manera virtual y haciendo un análisis de costo/beneficio, es realmente poco lo que puede suponer el pago de las tasas a la SIC, comparado con la protección obtenida. 

Si nuestras empresas realmente desean hacer parte de esta nueva tendencia, harían bien en dar el primer paso y proteger sus marcas, pues deben entender que el dinero ya no se encuentra donde solía estar, dado que en este nuevo sistema la verdadera riqueza es sólo posible por el valor de las ideas.