Agregue a sus temas de interés

Agregue a sus temas de interés Cerrar

viernes, 6 de abril de 2018

Es inevitable no ilusionarse con que el presidente electo tuviera una política integral para reformar la justicia, pero no con la finalidad de proponer lo que ya se ha propuesto, realizar una hecatombe y refundar la justicia colombiana, con la única finalidad de acaparar incautos, si no, basado en un estudio juicioso del sistema penal colombiano, utilizando lo que sirve y desechando lo que no.
Ya basta de tener campañas políticas donde uno de los caballitos de batalla es el sistema penal colombiano, el cual pueden manipular conceptualmente aprovechando que el tema es muy complejo y es difícilmente controvertible, desde la sociedad, a diferencia de lo político. Y ni hablar de la corrección política en el discurso y la crítica frente a propuestas de reforma, esto frente al deber ser de una reforma penal, en que la menos traumática es la que menos votos traería. Un ejercicio claro de populismo y proselitismo punitivo. Las campañas deberían tener un asesor en este tema que pueda estructurar desde la perspectiva criminológica, sociológica, victimológica, jurídica y finalmente política una modificación del sistema viable.

Viable, alcanzable e idónea esas deberían ser las características. Pero como de momento no existen, me atrevo a decir algunos elementos básicos que impregnarían las propuestas con estas características.

El principal problema del sistema penal no son las penas en sí mismas para evitar el delito, este paradigma fracaso. Esto no se soluciona subiendo años de condena, eliminando beneficios, con pena de muerte, cadena perpetua, deportando o castrando. El problema es que el delincuente no le importa si lo cogen porque sabe que muy difícilmente lo condenaran ya que el sistema esta colapsado en congestión y carga de trabajo para jueces y fiscales. Con esto sabemos que el problema número uno es la impunidad.

El derecho penal señor candidato es la ultima rama del derecho a la que la sociedad acude cuando se comenten las infracciones más graves, este cuerpo normativo es un equilibrio entre los límites que el Estado tiene para perseguir sus ciudadanos y los derechos mismos de las víctimas. El populismo punitivo ha llevado a considerar grave la mayoría de las conductas reprobables, pero no, usted no puede llevar todo a esta instancia porque lleva al sistema al estado actual. Tienen que despenalizarse muchas conductas, y usted debe liderar un consenso político sensato y asesorado de juristas, para determinar cuales son las conductas que albergan el merito penal. Todo lo demás no va a quedar desprotegido, no, lo asumirán, como debería ser, las demás ramas del derecho. Con esto aliviaremos las cargas laborales, los operadores judiciales podrán trabajar con cargas humanas de trabajo para cumplir eficientemente.

El sistema procesal penal está bien concebido, pero desde su implementación las constantes reformas desfiguraron su esencia. Esta es un sistema de justicia con diferentes acepciones de esta. No señor candidato, la justicia retributiva no es la única, está la premial y la restaurativa. Eliminemos los baches a las delaciones y aceptaciones de cargos en todos los delitos, esto descongestiona el sistema y ayuda a desarticular empresas criminales. Abramos la posibilidad que la mayoría de los delitos sean reparados de diferente naturaleza, entre estas la económica. Atar a los delitos oficiosos a la aplicación de un principio de oportunidad es ineficiente.

Por favor haga su trabajo y con esto un bien al país. No más populismo punitivo.