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sábado, 8 de septiembre de 2018

Cotidianamente escuchamos sobre la necesidad de la formalización de los trabajadores que actualmente laboran en condiciones precarias, injustas, en eternos ciclos de inestabilidad que perpetúan la pobreza y la miseria, pues el trabajo más que un vehículo de bienestar es para muchos la cruz de la sobrevivencia. Hablamos -a la colombiana- del “rebusque”.

Rebuscarse el diario significa hacer algo que represente una remuneración cualquiera, una ganancia mínima, una propina o un pago en especie; no importa qué, hacer algo que tenga una retribución económica. También, el ejercer una actividad diferente para la cual se está sobre calificado pero que se acepta, con tal de estar ocupado y llevar pan y techo a los propios y hasta los ajenos.

El rebusque, si bien encajaría en la definición de “Empleo” según el tesauro de la Organización Internacional del Trabajo, OIT, claramente no responde al concepto de trabajo decente. Pero ¿Qué debemos entender por trabajo decente? “Es una actividad que me permita afiliarme al sistema de protección social” me respondió un alumno. Es un contrato a término indefinido, profe, pues solo con ese contrato los bancos le prestan a uno plata”, respondió otro. Acaso, Trabajo Decente ¿es igual a trabajo dependiente subordinado a cambio de un salario? ni sí, ni no.

El Concepto de Trabajo Decente acuñado por Juan Samavia (1941) - Chileno exdirector de la OIT 1999-2012, se refiere a cuatro objetivos estratégicos a tener en cuenta por los Estados en el mundo globalizado: derechos en el trabajo -los fundamentales-, oportunidades de empleo, protección social y diálogo social.

Se trata pues de una visión humana y ética del trabajo, ese que sin importar si es dependiente o independiente le permite al individuo la oportunidad de una actividad productiva en la que se materializan la libertad, la igualdad, la seguridad y el bienestar económico y social de manera incluyente y equitativa.

Implica de contera, un esfuerzo productivo colectivo sostenible, responsable, con inversión, crecimiento y desarrollo empresarial que dialogue permanentemente con el Estado, los empleadores y los trabajadores.

Es entonces un gran nuevo pacto social que con el trabajo como pilar, permitiría alcanzar los valores democráticos, erosionados por prácticas de explotación, dumping social, corrupción, trata de personas para la esclavitud moderna y en general implica un compromiso real en crear oportunidades de trabajo de calidad en donde la persona no solo aporte al proceso económico, sino que a través de él, pueda alcanzar la realización personal y cerrar en cada generación la brecha de la desigualdad y el ciclo de pobreza.

Esto tiene mucho de buena voluntad política, política económica, política social y regulación laboral para que de manera armonizada, coherente y conjunta, no solo a nivel nacional sino internacional se alcance, en palabras de la Organización Internacional del Trabajo, una globalización equitativa.

Cuando terminé de explicar esto a mis alumnos, uno me dijo: profe y ¿si el banco no me presta plata, como puedo trabajar decentemente? No le pude responder y queda abierto el interrogante.