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jueves, 15 de diciembre de 2022

Los NFTs, o Non-Fungible Tokens, son una realidad que llegaron para quedarse. Mucho se discutía en sus inicios de si se trataban de cortinas de humo, de si eran una burbuja o de qué se adquiría con estos.

En un principio, los NFTs hicieron que volteáramos todos a ver a éstos, pues su concepto encerraba algo hasta ese entonces inconcebible: el concepto de escasez dentro del mundo digital, ya que un NFT se constituye en garantía de autenticidad de un archivo único e irrepetible, gracias a su vinculación a la tecnología blockchain.

La aplicación de estos NFTs empezó en el mundo del arte, el cual es un mercado especulativo, razón por la cual las acusaciones de ser una burbuja tomaron fuerza. Esta acusación, por supuesto, cobró fuerza cuando vimos casos como “Everydays: the First 5.000 Days”, “Clock”, “Human-One”, algunos CryptoPunk, entre otros que han implicado transacciones de decenas de millones de dólares.

Lo cierto es que el arte en sí mismo es un mercado especulativo y al asociarse un NFT puramente al arte, el NFT entra dentro de dicho mercado especulativo. No obstante, no debe perderse de vista que los NFTs solo se tratan de un nuevo tipo de soporte digital, por lo que cuando el NFT no está puramente asociado al arte deja de pertenecer al mercado especulativo y se hace acreedor de otras características bastante interesantes.

Debido a su característica de unicidad, los NFTs han tenido un uso muy interesante como certificado de autenticidad. Actualmente, la comercialización de NFTs no se limita solamente a la compra y venta de arte, sino que las empresas han aprovechado dicha tecnología para certificar procesos y productos, garantizando cierta calidad y beneficios en el mundo real gracias a la vinculación de lo digital con lo físico.

Hoy en día encontramos marketplaces como blockbar que ofrecen ediciones limitadas de NFTs que están vinculados a licores exclusivos de alto valor y que, como parte de la experiencia exclusiva por comprar el NFT, su comprador también recibe beneficios como visitas o tours exclusivos, entradas a eventos, entre otros.

Otro ejemplo muy interesante de cómo se han usado los NFTs más allá del mercado del arte son los Bored Breakfast Club, que es una colección de 5.000 NFT que sirven como membresías a un servicio de suscripción de café, en donde el tenedor del NFT puede reclamar envíos gratis de muestras de café que se van lanzando a través de esta plataforma.

También se han visto NFTs que otorgan entradas a conciertos de forma vitalicia, o que sirven para la trazabilidad del origen de ciertos productos. Así, vemos que los NFTs han pasado de ser una representación única del arte digital a convertirse en un certificado de autenticidad con infinitas posibilidades de aplicación.

Sin duda, los NFTs llegaron para quedarse y es necesidad para las compañías estar al tanto de estos mercados y nuevas oportunidades de negocio, para seguir creciendo y cautivar a las nuevas generaciones de nómadas digitales.