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viernes, 17 de diciembre de 2021

Si bien es cierto que los factores Ambiente, Social y Gobernanza (“ESG” por sus siglas en inglés) siguen siendo desconocidos para muchos, también es cierto que cada vez son más las empresas que los están incorporando a su actividad diaria, y más los inversores y partes interesadas que los monitorean y valoran para la toma de sus decisiones.

Lo anterior implica para las empresas, respecto del factor Ambiente, la necesidad de adoptar políticas que contemplen los riesgos ambientales relacionados con cambio climático, contaminación, biodiversidad e implementen estrategias de economía circular, entre otras medidas.

En adición a lo anterior, en el marco del desarrollo sostenible y bajo la premisa según la cual las empresas propenden por la protección de los recursos naturales para las generaciones futuras, surge la inminente necesidad de migrar hacia un modelo de economía circular, el cual supone un cambio de perspectiva en las empresas y personas frente a la escasez de recursos naturales, el impacto ambiental de ciertas actividades productivas y la creación de valor de los residuos.

El modelo de economía circular promueve reutilizar, reparar o reciclar para disminuir residuos, ahorrar energía y evitar impactos al medio ambiente, daños al clima y a la biodiversidad, contaminación del aire, suelo y agua.

Así mismo, la economía circular persigue la reducción de la generación de residuos y el aumento de la vida útil de productos y materiales de tal forma que permanezcan en el ciclo económico durante el mayor tiempo posible. Es en este sentido que se ha planteado la economía circular como un modelo que permita lograr las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (“ODS”) de la ONU, en particular, el ODS 12, que se refiere a la producción y consumo responsable.

Conscientes de la imperiosa tarea de cumplir los ODS, en Colombia se viene trabajando desde 2019 en la Estrategia Nacional de Economía Circular, con la cual se busca impulsar, entre otros objetivos, la simbiosis industrial y el reuso y aprovechamiento como una práctica para mejorar la eficiencia en el uso de recursos.

Prueba de lo anterior son las resoluciones No. 1256 y 1257 del 23 de noviembre de 2021, mediante las cuales el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible reglamentó el uso de las aguas residuales e introdujo modificaciones a la gestión integral de Residuos de Construcción y Demolición “RDC”.

Los beneficios de impulsar actividades en el marco del modelo de economía circular no son solo económicos, sino también ambientales y sociales.

Algunos de los beneficios económicos están relacionados con la apertura de nuevos mercados a partir del consumo sostenible, nuevas posibilidades de financiación, la innovación en nuevos productos y modelos de negocios y sistemas de infraestructura sostenible.

Entre los beneficios ambientales se encuentran la reducción en la extracción de materias primas con la consecuente disminución de la presión sobre los recursos naturales y los servicios ecosistémicos, la transición hacía las energías renovables y el uso eficiente del agua.

Los beneficios sociales de la economía circular se manifiestan en el cambio de mentalidad y toma de conciencia respecto de la circularidad en la producción y el poder del consumo sostenible.

No cabe duda de que, en el marco de la economía circular, el factor Ambiente encuentra múltiples posibilidades de materializar acciones concretas que puedan ser implementadas por las compañías que incorporen políticas ASG.