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viernes, 29 de julio de 2022

La pandemia nos abrió los ojos. Lo que antes era accesorio, hoy se ha vuelto indispensable para llevar a cabo las actividades del día a día. Desde el punto de vista legal, el uso de los medios digitales para adelantar gestiones legales y judiciales dejó de ser opcional. Hoy, gran parte de ser un abogado ético es hacer uso de todos los medios disponibles para cumplir con una debida diligencia profesional.A partir del año 2020, se han posicionado como necesarias las herramientas tecnológicas que han dotado de dinamismo a una profesión que tradicionalmente ha sido de tinta, papel, sellos y expedientes eternos.

De hecho, con la nueva realidad, hicieron transición permanente a lo digital aspectos como las notificaciones judiciales, las audiencias y la radicación de documentos en distintas entidades del Estado. En nuestro caso particular, si bien el derecho regula las interacciones entre personas naturales, jurídicas y el Estado de forma multidireccional, éste evoluciona a una menor velocidad que la realidad social, económica y cultural de nuestros tiempos.

En este sentido, el propósito de quienes somos profesionales del derecho es el de proveer soluciones ágiles a los nuevos problemas que han surgido de un presente altamente cambiante y tecnificado para mantenernos vigentes en el mercado.

Al 2022, existen múltiples programas, algoritmos y softwares legales que actúan como operadores jurídicos elaborando de manera automática contratos, aplicando las normas preexistentes para resolver consultas a usuarios e incluso tomando decisiones con trasfondo legal.

En un mundo donde la tecnología parece tomarnos ventaja en el ejercicio de la profesión ¿Cómo nos mantenemos vigentes en el ejercicio del derecho?

Podría insinuar la respuesta desde la biología y es, creando una relación simbióticamente beneficiosa con la inteligencia artificial en el mercado legal.

¿Cómo lo logramos? En primer lugar, ampliando el conocimiento legal con el uso de las herramientas tecnológicas de consulta, como bases de datos inteligentes de jurisprudencia, normas, y artículos.

Segundo, integrar el conocimiento legal con la experienciadel ejercicio humano de la profesión. Ello implica aprender a identificar las necesidades del cliente de manera holística, lo cual no sería posible para una herramienta de inteligencia artificial. Tercero, aprovechando las herramientas que nos brinda la virtualidad para generar accesibilidad a nuestros servicios legales. Ello, creando una identidad digitalizada, creando redes de contactos y alianzas estratégicas que permitan compartir con otros profesionales y dar a conocer el perfil de nuestros servicios.

La tecnología avanza a pasos agigantados y no va a detenerse. Muchos piensan que las profesiones liberales caerán en peligro de extinción con el posicionamiento de la inteligencia artificial en nuestros entornos laborales.

Sin embargo, debemos reconocer que el derecho es una disciplina humana e intentar deshumanizarla a través del uso automatizado de la inteligencia artificial es simplemente un error. Por ello, nuestra tarea como es aprender a integrar las ventajas de la inteligencia artificial en materia legal con nuestro conocimiento, experiencia, empatía y ética humanas para la prestación de servicios de mejor alcance, de calidad integral y costo eficientes para nuestros clientes.

Como profesionales del derecho, somos responsables de la trasformación de este y de nuestra propia vigencia y competitividad en el mercado. Por esto, resulta útil desaprender modos tradicionales de aplicación del derecho y acoger las nuevas herramientas que ofrece la nueva realidad tecnológica.