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sábado, 16 de diciembre de 2017

El comercio en un mundo globalizado es y ha sido un motor de crecimiento y desarrollo para los países que están dispuestos a dar un paso adelante y participar activamente en el contexto internacional. En vista de esto, relacionado con la posición conjunta de organizaciones líderes en la materia - FMI, OMC y Ocde -, resulta imperativa la existencia y aplicación de políticas públicas consistentes, lógicas y estables, que permitan extender los beneficios del comercio exterior a sectores más amplios de la sociedad.

En este orden de ideas, el contexto de comercio exterior evidencia una creciente tendencia de reformas y actualizaciones legislativas en pro de abrir los países al comercio y la inversión extranjera, contando con incentivos que los hagan más competitivos en el panorama internacional.

Ejemplos de lo anterior se reflejan en decisiones como la del gobierno mexicano de crear 10 nuevas Zonas Económicas Especiales en lugares económicamente menos desarrollados, así como en la aprobación por parte del congreso del Perú de repotencializar sus Zonas Especiales de Desarrollo en aras de obtener una ventaja competitiva, o el reciente lanzamiento por parte de Argentina de una plataforma digital que facilitará el comercio y promoverá el desarrollo de las pyme.

En este sentido, ante la apertura latinoamericana al comercio exterior y sus formas de inversión, Colombia no se puede quedar atrás. Colombia está llamada a ser uno de los países latinoamericanos más atractivos en materia de inversión extranjera y sus acciones así lo deben reflejar a la comunidad mundial. Por tal motivo, iniciativas como la Alianza del Pacífico y el ingreso a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos - Ocde son aquellos pasos adicionales que nos pueden diferenciar de otros países de la región.

Entrar a ser parte de este “club de buenas prácticas económicas” (siendo Colombia el tercer país latinoamericano en convertirse miembro pleno de la Ocde) identificará a Colombia como un país con reglas de juego claras en materia de inversión y estabilidad financiera, contando con un sello de calidad de los más altos estándares, lo que a su vez se traducirá en un incremento en la confianza por parte de inversionistas.

Es así como cobra especial relevancia la adhesión a la Declaración sobre Inversión Internacional de la Ocde, la expedición del Nuevo Estatuto Aduanero y la Reforma Tributaria, entre otras mecanismos que, aun contando con puntos fuertes y otros debatibles, reflejan la intención del país de propender por un crecimiento y desarrollo sostenible, y de convertirse en un actor relevante en el ámbito internacional, haciendo parte de un selecto grupo de países que han representado cerca del 80% del comercio mundial durante décadas.

Es entonces claro que el proceso de ingreso a la Ocde es un gran paso para el país, sin embargo, los retos que están por delante no son de ninguna manera menores. Colombia debe asumir con responsabilidad aquellos compromisos que asumiría al ser miembro pleno de la Ocde.

En este sentido, no bastará con la adecuación de las políticas públicas de conformidad con las recomendaciones de la Ocde, sino será necesaria la correcta implementación y la obtención real de una estabilidad económica y jurídica que, como país, nos impusimos como reto propio, para contar con reglas de juego con los más altos estándares.