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lunes, 4 de diciembre de 2023

Hace una semana cerró la cafetería del barrio. Era parte de una gran cadena y desde hace seis meses atravesó pequeñas crisis que no creí suficientes para acabarla. Dado que estaba ubicada al lado de una universidad, tenía ventas aseguradas. Sin embargo, la debacle silenciosa empezó cuando tres trabajadores se quejaron porque la empresa no contabilizaba correctamente las horas extra. A las siete de la noche, esos mismos empleados te entregaban el café con una nota que decía: “agradeceré que lo bebas fuera, porque si te quedas tendré que esperarte y no me pagan por eso”. Dos meses después, circuló un video que mostraba desperdicios y cientos de vasos plásticos desechados porque la cafetería no permitía los termos reusables. El tiempo pasó y la rotación del personal era cada vez más alta. Nadie duraba. La última vez que fui salí decepcionado, pues luego de hacer una fila de veinte minutos, un empleado me entregó, visiblemente molesto, una bebida oscura y desabrida que quería hacer pasar por café. No volví. Un mes después, la cafetería con la mejor clientela finalmente cerró.

La historia de la cafetería sirve para ilustrar el concepto de ESG (Environment, Social, Governance, por sus siglas en inglés) un marco empleado para evaluar el riesgo en una compañía desde tres frentes: lo ambiental (E); lo social (S) y la gobernanza corporativa (G). La mejor forma de entender qué es ESG es pensar en unos lentes poderosos que nos permiten ver en detalle el desempeño de una empresa. La forma clásica de hacerlo es mirando sus márgenes: ¿cuál es la diferencia entre ingresos y egresos? Punto. ¿Cuánto costó esa taza de café y en cuánto se vendió? Ahí está el valor. Si bien estos lentes muestran una parte de la realidad, no nos muestran la fotografía completa. De modo que si queremos aproximarnos al verdadero valor de la empresa, debemos usar lentes más potentes.

Si usamos el lente E nos concentramos en los riesgos ambientales de la operación que podrían traducirse en altos costos financieros. No tener una política para el manejo de residuos, mantener energías contaminantes o no controlar el uso del plástico podría implicar costos a largo plazo, tal como sucedió con la cafetería y sus vasos desechables. Por otra parte, el lente S, nos permite ver las interacciones humanas: si la empresa tiene buenas políticas laborales, si respeta los derechos de las comunidades a las que impacta, si ofrece un espacio inclusivo y seguro, etc. Este lente también visualiza riesgos financieros potencialmente materiales: una planta de trabajadores desmotivada, mal pagada y sin programas de talento efectivos, pueden llevarla al cierre.

Por eso el ejemplo de la cafetería es poderoso. Al ver una foto estática, los márgenes eran excelentes; pero al ver la operación con los lentes E y S, la cafetería valía muy poco y, de hecho, por eso cerró.

¿Para qué sirve ESG? Primero, para manejar el riesgo y detectarlo con esos lentes poderosos. Luego, para valuar la empresa, es decir, para saber cuánto vale. Finalmente, ESG permite que las inversiones fluyan de maneras más seguras. Incorporar este enfoque en el manejo empresarial permite que los fondos pongan sus ojos en nuestras empresas, pues es una forma de alzar capital. Vale recordar que, según Bloomberg, en 2023, los fondos ESG superarán la barrera de los 40 trillones de dólares.

Sin importar el tamaño de su empresa, estas tres letras, ESG, pueden traerle muy buenas noticias.