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lunes, 24 de noviembre de 2014

¿Qué buscamos? 
Antes de dar el primer paso, las compañías deben tener claro el perfil profesional que requieren. Es clave que sean conscientes de sus necesidades para que puedan establecer requisitos en la demanda que hacen a quienes se encuentran interesados en sus vacantes. Siempre será un buen punto de partida analizar y mirar hacia el interior, lo cual les permitirá tomar mejores decisiones, entre desarrollar a los empleados para determinadas posiciones o salir a buscarlos “ya listos” en el mercado.

¿En qué casos los estudios realizados por un profesional lo hacen el mejor candidato?
De acuerdo a nuestra trayectoria, la formación académica tiene una mayor relevancia cuando se trata de cargos de investigación o posiciones en instituciones educativas, lugares donde se ponen a prueba los conocimientos y se exigen los estudios para escalar a posiciones de alto nivel. También encontramos que, hay compañías, como por ejemplo las consultoras, que por medio de sus políticas internas piden cierto grado de formación a su capital humano para alcanzar un status gerencial.

“Más sabe el diablo viejo que por diablo”

Pero por otro lado, también existen empresas que tienen como ideología de contratación priorizar la experiencia y logros como requisito fundamental para otorgar cargos y oportunidad de desarrollo profesional a sus colaboradores. Por ejemplo, en los puestos técnicos de empresas de energía, petróleo y gas, el conocimiento aprendido en la práctica a través de los años es muy bien valorado, porque consideran que esto determina el “seniority” de los profesionales y sus aptitudes para hacerse a posiciones de mayor responsabilidad. De igual manera sucede en los cargos comerciales, puesto que en estos roles se hace crucial que el talento humano cuente con amplio bagaje y resultados comprobables.

Sin embargo, muchos expertos que debaten este tema coinciden que la experiencia finalmente es la que otorga el saber y forma el perfil de cada profesional en un área determinada; no por esto la formación académica queda en segundo plano, puesto que en general, siempre tendrá un valor inigualable como fundamentación para proyecciones laborales. 

Sin temor a equivocarnos, el mejor talento humano logra establecer un balance entre la experiencia profesional y los estudios cursados. Es decir, siempre es mejor cuando se pone a prueba la teoría con la práctica y viceversa. Por ejemplo, un MBA será más valioso para los gerentes que llevan entre cinco y siete años de experiencia que entre quienes recién terminaron su carrera profesional. Estos posgrados cobran siempre mayor relevancia e impacto entre más experiencia se tenga para compartir (dar y recibir) con los demás estudiantes. 

En suma, podemos ver que para unos sectores la experiencia es el mayor requisito y para otros los estudios es su principal prioridad a evaluar. No olvidemos que el ideal sería obtener el balance entre ambos, pero al final es cada empresa la que debe determinar sus necesidades para hoy y para mañana, y a partir de allí retener el capital humano que más les resulte beneficioso y más le ayude a impactar y conseguir su estrategia.