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  • Catalina Cárdenas

viernes, 21 de agosto de 2020

Como se ha mencionado con anterioridad en repetidas oportunidades, muchos de los profesionales no estábamos listos para este salto a la virtualidad, y el acercamiento inicial, debemos reconocerlo, nos ha implicado vencer el miedo a nuevos retos y enfrentarnos desde el punto de vista profesional a una realidad que no teníamos contemplada.

Situación a la cual no escapamos los abogados litigantes quienes al ejercer una actividad tan tradicional estábamos acostumbrados a realizar una labor casi que presencial cara a cara en los despachos judiciales, labor llena de ritualidades implementadas hace varias décadas y que hoy están al borde de desaparecer.

¿Por qué ahora deben de existir los abogados digitales?
El Gobierno a través de diversos instrumentos jurídicos, como el Decreto 806 de 2020, por medio del cual se adoptan medidas para digitalizar las actuaciones judiciales, y la Circular 041 de 2020 expedida por el Ministerio del Trabajo que otorgó los lineamientos para el trabajo en casa, entre otras disposiciones, ha procurado incentivar el uso de las tecnologías de la información en el ejercicio del litigio.

Lo anterior, incluso propendiendo por la realización de las labores tanto de los funcionarios judiciales como de los apoderados desde sus hogares, en cumplimiento de estándares objetivos que no implican mayores modificaciones a las obligaciones contractuales de las partes, buscando un equilibrio con la vida familiar, regulación de jornadas y riesgos profesionales sin descuidar el derecho al acceso a la justicia de los usuarios.

No obstante, se debe resaltar y reconocer que muchas veces es a los mismos litigantes a quienes más nos cuesta asumir la nueva realidad, esto es, asumir que la virtualidad llegó para quedarse y que si bien las medidas se dictaron en el marco de la Emergencia, Económica, Social y Ecológica, no solo desde el punto de vista del desarrollo del proceso sino entendiéndolo como una nueva realidad en la forma en que trabajamos, por ejemplo, desligarnos del papel, confiar en las gestiones adelantadas virtualmente, y asumir que la virtualidad nos brinda el camino para hacer nuestro trabajo de forma más eficaz con resultados satisfactorios para el cliente.

Hasta hace poco, el pretexto o en lo que nos escudábamos era la falta de regulación, la carencia de iniciativa de la Rama Judicial para propender por la modernización del litigio, y la inoperancia del sistema para asumir la modernidad. Hoy contamos con las herramientas para ello, con algunas falencias claro está, pero debemos asumir que el primer paso por parte del Gobierno ya se dio y la pandemia nos impulsó a estar como litigantes del lado del balance positivo, mostrándonos la necesidad imperiosa de dar ese salto para ser más eficientes, y ya no tener excusas.

Claramente estamos en etapa de ensayo y error, pero debemos también como profesionales del derecho propender y velar porque esta transición sea exitosa no solo para el sistema judicial del país sino para nosotros mismos como abogados, pensando en el bien y en los intereses de nuestros clientes.

No seremos los mismos litigantes de antes, aun cuando la nueva normalidad nos permita salir a las calles debemos continuar esforzándonos porque la virtualidad impere y se materialice así el tan esperado juzgado del futuro, entendiendo que el futuro es ahora, esto sin duda marcará nuestra historia como profesionales, firmas de Abogados y clientes de servicios jurídicos.
Es un deber de todos los actores esforzarnos para que la virtualidad prospere, pero en los litigantes está tomar este reto como una derogatoria de conocimientos o una renovación de los mismos.

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