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  • Fabio Humar J.

miércoles, 11 de diciembre de 2019

No me voy a referir a lo obvio, que son los paros y las marchas (de paso digo que acá no hubo paro nacional: hubo, sí, marchas de muchas personas, pero no con el alcance “nacional”).

Me quiero referir a un episodio, que se conecta con las marchas, pero por lo vistoso, pomposo y chillón sirve para ilustrar la generalidad. Es un botón de la muestra:

‘Epa Colombia’, Daneidy Barrera, entró a la sala de audiencias y durante la audiencia hizo de todo menos lo que se debe hacer en una sala de audiencias que es respetar al Juez.

¿Qué hizo ‘Epa Colombia’ que sea tan grave?

Hizo muecas, comió chicle. Hizo ademanes burlescos y finalizó su acto con un “nos vemos en el próximo paro”.

Nada de eso sería grave sino es porque sucede muchas, muchísimas, veces en las audiencias. He sido testigo de los irrespetos y las burlas, a los jueces y al sistema judicial. Y eso, estimado lector, es la cuota inicial de la anarquía. Es el principio del fin de la civilización.

En nuestro país estamos pagando, con entusiasmo, los primeros pesos de la acracia por cuenta del irrespeto a la justicia. Vamos felices y alegrones como quien se dirige al patíbulo pensando que va de vacaciones.

¿Cuál es el origen del irrespeto a la autoridad?

No hay uno solo. El origen de toda enfermedad es variado: un poco de sobrepeso del paciente, algo de cigarrillo, quizá licor en exceso y drogas en la juventud han aterrizado en un cáncer terminal.

Lo mismo pasa con la justicia en nuestro país: La dosis correcta de impunidad, una ración generosa de corrupción, una justicia inoperante y un sistema de educación que privilegia los derechos sobre los deberes han sido la receta perfecta para que doña ‘Epa Colombia’ se burle en plena sala de audiencias.

Digo que esto es una comedia, porque en verdad es tragedia. Pero en este país nos reímos de las tragedias, quizá para no llorar eternamente.

Y la tragicomedia de ‘Epa Colombia’ tiene otros actos: Los profesores amenazados por sus estudiantes; los padres insultados por sus pequeños; los ciudadanos que a punta de piedra injurian al policía.

Y entonces acá enlazo el tema de ‘Epa Colombia’ con los paros: Tienen mil lecturas que van desde la inconformidad de algunos pocos, hasta el lanzamiento de la compaña del señor Petro para 2022. Pero quiero proponer otra lectura: Los paros y las marchas son la democratización de la actitud desafiante a la autoridad.

Lo que estamos viendo es que una actitud retadora, desafiante y provocadora se ha tomado de forma generalizada a los marchantes.

Leí cientos de trinos en los que las personas anunciaban que desobedecerían el toque de queda; lo decían en el mismo tono que los niños usan para evadir el castigo de sus padres que es el mismo tono que usó doña ‘Epa’ en la sala de audiencias, y que usan los extraditables cuando les toman la foto antes de subirse al avión de la DEA. Es una mezcla de burla con rabia.

Entiendo en ello una actitud diferente del ciudadano: Ya no es el que respeta - y quizá teme- a la autoridad. Ahora el ciudadano la desafía, porque sabe que no importa.

‘Epa Colombia’ nos lo dejó claro que por estos lados no habrá consecuencias.

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