Es fácil identificar por la manera de pedalear quien es profesional y quién no. Los que no saben hacerlo tienen más posibilidades de presentar alguna lesión (principalmente en las rodillas). Los calambres, por ejemplo, suelen asociarse a falta de entrenamiento o de hidratación, pero antes de sacar conclusiones conviene analizar la manera de pedalear, una acción primordial que además garantiza un óptimo rendimiento.
En los entrenamientos siempre se debe llevar una cadencia alta a una fuerza moderada. No es muy funcional mover todo el tiempo muchos vatios ya que el desgaste en nuestras articulaciones será mucho mayor y al terminar el entrenamiento estaremos agotados. Manejando una cadencia alta estamos mejorando el cardio.
Al manejar una buena cadencia debemos sentir que avanzamos, aunque este concepto se aprenderá poco a poco montando en la bicicleta. Al principio vamos a avanzar menos si optamos por esta opción, pero pronto se notará un gran progreso. Una buena cadencia es pedalear mínimo a 80 pedalazos por minuto.
Para lograr un pedaleo “redondo”, hay que utilizar las zapatillas y los pedales adecuados, utilizando los choclos para que los pies queden bien ajustados y la fuerza sea lo más efectiva posible. Estos pedales también ayudan a mantener una posición correcta durante el recorrido.
En un pedaleo correcto una pierna hace fuerza hacia abajo mientras la otra hace fuerza hacia arriba, halando el pedal (sin excesiva fuerza). No es tan sencillo pero acumulando muchos kilómetros y variando el terreno, todos los movimientos se harán con eficiencia y sin exageraciones, sintiéndose una circunferencia completa y bien marcada.
Lo anterior también aplica para cuando sea necesario pararse en los pedales. De la misma manera, un buen pedaleo sólo se logra con la altura adecuada del sillín. El pedaleo correcto contribuye a simplificar y hacer más eficiente nuestro desempeño sobre la bicicleta.
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