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viernes, 17 de julio de 2015

Aunque para muchos la economía internacional logró estabilizarse y salir de la aguda crisis financiera del final de la primera década del siglo, para otros es claro que todavía se vive bajo sus efectos. Hoy, con mayor evidencia que antes, la región experimenta los efectos directos de un notorio freno económico internacional. La Cepal fue el primer organismo en dar un signo negativo. A finales de marzo, rebajó todas las previsiones de crecimiento regional, situando el promedio para América Latina en un apretado 1%. Posterior a ello, se pronunciaron el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). De acuerdo con AFP, para estas organizaciones la proyección de crecimiento regional bajó hasta 0,5%, siendo Brasil una de las economías que arrastra hacia abajo dicha cifra.

Ese compuesto de oscuras cifras obedece a la tradicional dependencia de las ventas externas de materias primas que todavía hoy sigue sin superarse. Parece una completa ilusión recordar que ese siga siendo el problema para la región desde tiempos remotos. Durante el siglo xx, se intentó de todo con el fin de alcanzar niveles de industrialización que permitieran dejar atrás tal dependencia, pero los resultados no fueron satisfactorios. Ahora vuelve y pasa. 

Los compradores de recursos naturales y minerales se han retraído a causa de las condiciones poco propicias para ello. La causa fundamental descansa sobre un agotamiento de la producción industrial en el grueso de las economías desarrolladas. A su vez, el reajuste que se experimenta actualmente en materia de condiciones financieras globales incide para que se llegue a estos tensos momentos de la economía regional.

Esta mala hora latinoamericana presenta algunos rasgos característicos que ponen de presente varias realidades importantes de acuerdo con lo que ha sido el desempeño de sus naciones en el último lustro. Países como Costa Rica, Perú, Colombia, México y Chile, a pesar de sus retrocesos en materia de crecimiento, seguirán estando muy por encima de la media trazada en 0,5%. Sin embargo, es altamente inquietante lo que se ha identificado en Venezuela, Argentina y Brasil. Estas economías representativas de América Latina, están mostrando cifras negativas que ya se tornan constantes. Algunos expertos aducen, incluso, que Venezuela debiera clasificarse como “outlier” en medio de este análisis, pues no se puede creer por completo en la información provista por sus entidades oficiales.

Por más que se evite caer en la comparación entre los dos procesos de integración económica más activos de América Latina, los análisis terminan llevando en esa dirección cualquier tipo de ejercicio. Si bien tanto la Alianza del Pacífico como el Mercosur están presentando dificultades, es claro que la primera sigue exteriorizando una prospectiva menos traumática que el segundo. La Alianza es más propensa a abandonar las angustias.

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