El texto, titulado Sustainable Brazil, social and economic impacts of the 2014 World Cup presenta, desde una perspectiva diferente al convencional cuestionamiento que los medios han desplegado, el potencial que tiene Brasil en sus años por venir, si es que se aprovecha el hecho de haber realizado el torneo continental.
El reporte, respaldado en un serio e interesante estudio, desarrolla múltiples líneas en las que se acerca a temáticas tales como el impacto socio-económico de realizar la Copa del Mundo, el efecto dominó que se puede presentar a partir de tal acontecimiento, el mapa de las inversiones y sus señales sobre el PIB de la región, los pasos para hacer del campeonato una competencia más sostenible -más verde-, los riesgos, las limitaciones, retos y oportunidades de sacar adelante un evento de tal magnitud.
Temas como el manejo financiero, la infraestructura, los servicios, el capital humano y la reputación como legado que deja el torneo de fútbol más importante del mundo son contemplados en el trabajo de la prestadora de los servicios profesionales.
Aunque el texto se acerca a siete objetivos plenamente establecidos, hay tres de ellos que llaman profundamente la atención y que bien vale la pena reseñar. El primero de ellos es arrojar estimaciones sobre los impactos económicos y sociales del mundial de fútbol; el segundo, establecer métricas e indicadores que permitan implementar lo que se ha dado en denominar el primer mundial sostenible de la historia; y el tercero, presentar oportunidades e iniciativas que permitan incrementar y perpetuar los beneficios de este evento para la sociedad brasileña.
Bastante en contravía con la larga serie de protestas e inconformidades que los medios de comunicación han transmitido sobre una importante fracción de la sociedad brasileña, el reporte presentado por Ernst & Young es optimista en relación con lo que Brasil obtendría si es que se hace un muy buen manejo del torneo.
Incluso también contradiciendo la sentencia que señala a la Fifa como única beneficiaria de la realización de este tipo de competencias. En primer lugar, al estimar el impacto socio-económico del evento sobre el sistema productivo, las proyecciones -conducidas por experiencias comparables y por la planeación financiera de cuerpos oficiales del Estado-, arrojan que la economía producirá un excedente de unos 142.000 millones de reales para el periodo comprendido entre 2010 y 2014, que se combinarán con una generación de empleo inigualable en el país, y que tendrá como sectores mayormente beneficiados al de servicios, construcción civil, comidas y bebidas, electricidad, gas, agua, servicios de información y turismo, entre muchos más.
Lo segundo, tal como se reseñó, obedece a la disciplina con la que ha sido manejada la información en el reporte.
Con ello se brinda credibilidad sobre una métrica estandarizada para visualizar este torneo como un mundial sostenible.
Finalmente, el documento visualiza los beneficios categóricos de los que Brasil podrá gozar si se administran acertadamente los resultados de hacer esta Copa del Mundo en 2014, haciendo uso de la gobernanza y la planeación.
Sin duda este reporte es una herramienta esencial para cambiar la errónea mirada sobre la realización de esta clase de competencias en países con un relativo menor grado de desarrollo.
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