En medio de esa situación, y que aún hay grupos como las bandas criminales y el ELN que delinquen, el país está enfrente de casos de corrupción que reclaman los desarrollos editoriales y que no se pueden pasar por alto dado el nivel de rigurosidad que les han imprimido los mosqueteros, que representan el Ministerio Público, y que de alguna manera u otra muestran que escándalos como los de Odebrecht y Reficar posiblemente tengan culpables que realmente paguen sus faltas contra la sociedad.
A pesar de que el camino es espinoso, y que en el medio habrá cualquier cantidad de leguleyadas y trabas burocráticas para que los implicados respondan, es indiscutible destacar que los hallazgos fiscales de la Contraloría, y sus fallos por responsabilidad sobre funcionarios que han malgastado los recursos de la salud y de otros sectores en taxis, spa, licor, entre otras cosas, sientan un precedente y hacen que los medios tengamos contenidos que inciten a pensar que habrá justicia. Caso similar se vive con los escándalos de Reficar y Odebrecht y su trato en la Fiscalía, donde, a pesar de que exista un amplio riesgo de corrupción, se han mostrado avances y se han señalado con nombre propio los responsables de estos descalabros financieros. A eso, hay que sumarle la labor de la Procuraduría y el cambio que de entrada imprimió Carrillo.
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