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  • Carlos Parra Dussan

jueves, 14 de marzo de 2013

El índice de paz global IPG es la principal medida de paz mundial, elaborado por el Instituto para la Economía y la Paz, que evalúa los actuales conflictos internos e internacionales, la tranquilidad y seguridad en la sociedad y la desmilitarización de 158 países mediante 23 indicadores diferentes.

Lo que se observa en las tendencias de los últimos seis años es un cambio en las prioridades mundiales, pues las naciones se han vuelto externamente más pacíficas, ya que compiten mediante medios económicos, en lugar de militares.
 
Los datos también muestran que las democracias aún defectuosas funcionan sustancialmente mejor que los regímenes híbridos y autoritarios, lo que sugiere que las medidas de represión gubernamental y el nivel de conflicto interno del país, son indicadores aproximados de la paz.
 
Por sexto año consecutivo, Europa Occidental sigue siendo la región más pacífica con la mayoría de los países ubicados entre los 20 primeros de la clasificación, los países nórdicos se mantienen entre los 10 primeros con altos niveles de tranquilidad y seguridad, con sociedades armoniosas en términos generales y libres de conflicto.
 
Por su parte, América Latina también experimenta un aumento general de la paz ya que 16 de las 23 naciones registraron aumentos en sus puntuaciones del IPG. Sin embargo, en el año 2012 Colombia alcanzó el puesto 144 entre 158 países sobre los que se aplicó el índice de paz global de las Naciones Unidas, señalando un país en rojo en máxima alerta de inviabilidad, que comparte posiciones con Chad, Libia, Siria, Somalia y Afganistán.
 
En los últimos 3 años el comportamiento de la paz ha ido en retroceso, pasó del puesto 130 en 2009 y 139 en 2010 y 2011 al 144 en 2012, es decir, que nos está ganando la guerra y sus consecuencias devastadoras.  
 
El índice de paz global mide el número de muertos en la guerra, el número de homicidios, el número de desplazados, el nivel de criminalidad, el nivel de respeto por los derechos humanos, el gasto militar, el número de personas encarceladas, las compras de armamento y el nivel del conflicto, entre otros. La paz es parte de la cultura que se aprende, se enseña, tiene prácticas sociales, tiene un lenguaje que la anuncia y explica y unos contenidos materiales que la vuelven realidad. No se puede mejorar la posición de Colombia en el índice de paz sin tratar la economía, sin equidad social, sin abandonar la persistencia por imponer un modelo de paz romana de vencedores, sin empezar a disminuir los gastos de la guerra y a aumentar los de la paz representados en educación, salud, vivienda y vías para competir en los TLCs. El Estado está llamado a convocar a los ciudadanos, a los movimientos sociales, a los excluidos del poder político y económico para crear mecanismos de participación para contribuir en la construcción de una cultura de paz. En suma, la paz es un riesgo del que tenemos que ocuparnos los hombres y mujeres de este país, los armados y los desarmados para eliminar la amenaza de quienes hacen cálculos políticos para minar las bases de la mesa de negociación. 
 
En conclusión, la paz es una herramienta que sirve para recuperar la dignidad nacional superando el terrible lastre de ocupar los primeros lugares en muertes y violación de los derechos humanos, la paz no resulta solo de la firma de un acuerdo hay que aprender su lenguaje, su discurso, sus prácticas, sus valores, sus modos de convertirla en bienestar y respeto por los derechos y esencialmente por los seres humanos.
 
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