Crisis y más crisis

El mundo esta conmocionado hoy. Los gobiernos pierden su rumbo y las recetas neoliberales todos los días ahondan la crisis de la sociedad y del sistema financiero, soporte del modelo económico.
Las viejas fórmulas solo ven para un lado, de ahí que sus remedios son los mismos que tiene al paciente en estado de coma: desmonte de la seguridad social, aumento de la edad para pensionarse, reducción de salarios, desempleo galopante que afecta más a los jóvenes, arrancaron voces para un cambio radical de las formas de organización social dominante hasta ahora.
En Colombia en el primer trimestre del año se presentó una desaceleración de varios sectores económicos, lo que llevó al Ministro de Hacienda a bajar la proyección de crecimiento.
Aquí observamos como la industria cayó por primera vez en dos años y medio: las metas de carros ya no crecen pues las ciudades carecen de vías, el desempleo bajó pero dejó de ser significativo y las obras de infraestructura cayeron en un 8%. Estos son los sistemas de la desaceleración de la economía, además debemos agregarle la incertidumbre por la crisis europea y el poco crecimiento de la economía norteamericana. Igualmente observamos que el consumo muestra una caída significativa.
El empleo y más exactamente los ocupados en el último trimestre del 2011 aumentaron en 1.34 millones, de los cuales 900 mil son de cuenta propia y trabajadores sin remuneración, constituyéndose una informalidad del 89%. Con ello la pobreza asciende a 45% con cualquier modelo que se tenga para medirla, pues el ingreso de los pobres creció menos que el promedio y mucho menos que el de los ricos.
Esto de las fórmulas para medir el crecimiento a través del PIB, también va a morir por estos días, pues Naciones Unidas presentó un nuevo método que incluye el capital productivo pero también el natural y humano, en donde seguramente nos va a ir peor.
El carácter y la intensidad de la crisis corren el velo que oculta para algunos el capitalismo salvaje, en el cual prima lo individual sobre lo colectivo, la opresión sobre la libertad, la minoría sobre la mayoría. Carlos Gutiérrez expone que las voces críticas, que ganan espacio contra la creciente concentración del poder y sus formas de aplicarlo, levantan banderas: exigen que los Estados recuperen el papel histórico que en teoría garantizaba el bienestar general ( en el caso europeo, el Estado de Bienestar), sin supeditarse a las grandes empresas de cada uno de los países o del mundo, o que estas estructuras de organización social sean refundadas; que la preocupación de quienes coordinan el establecimiento sea menos por el bienestar de los bancos verdaderos usurpadores de la producción y los ahorros individuales y colectivos de sus sociedades, con cuestionamiento del pago de la deuda externa, garantizando primero las inversiones locales para el bien común, pero también que reduzcan el peso de la industria militar y su vinculación en conflictos bélicos.
Este es el plano más europeo y norteamericano.
No es casual entonces, que en medio de los vaivenes de la coyuntura y la militarización como opción del Estado, suba en intensidad y sigamos gastando nuestros escasos recursos en armas inútiles para la producción y la riqueza colectiva y nos olvidemos que el único camino para la prosperidad verdadera es la paz, que la llave está en el bolsillo del presidente.
¿Hasta cuando vamos a esperar los colombianos?...
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