
viernes, 5 de julio de 2013
Colombia es el único en el mundo que a un violador y asesino confeso, aún se le presume inocencia, demencia o peor aún reconversión después de unos escasos nueve años de prisión por buen comportamiento.
Esta justicia, diseñada para ser interpretada y no aplicada, es la única culpable de que tipos como Garavito estén ad portas de un suceso inesperado, que sin duda hará que algún familiar de las víctimas de este monstruo, tome por la ’fuerza lo que cree más indicado y termine recluido al lado de miles de “presuntos” culpables de crímenes que avergüenzan nuestra patria.
Es tan absurda nuestra justicia que no estamos seguros si en los centros de reclusión se encuentra gente inocente. Basta ver al ex Alcalde de Bogotá comiéndose un postrecito, mientras la ciudad entera, o por lo menos la mayoría, votan nuevamente por su misma corriente e ideología, para finalmente premiarla con un puesto que ha servido para hacer nada, más allá de nada y de la nada.
Sus amiguitos contratistas, quienes deberían estar en el pabellón de violadores por abusar de la estupidez, ignorancia y buena voluntad de la gente, salen a defenderse y a “cantar” las verdades de tanta porquería, mientras el señor Tapia, presunto delincuente y violador de los bienes públicos, sale de shopping o a tardear un rato en los centros comerciales de lo que queda de la capital colombiana.
Nuestra justicia interpretativa y carente de términos, ve cómo manipulan un nuevo sistema de basuras, literalmente de basura, y se queda al límite, investigando y evaluando, mientras sigue pasando el tiempo de incompetencia en la ya ilegítima gobernabilidad capitalina. No es suficiente haber superado el umbral para oír la inconformidad de los ciudadanos, no es suficiente ver cómo se desmorona lo que alguna vez fue la puerta de América; no basta con salir a la calle y destrozar cada dos días una llanta del carro; no. Acá seguimos evaluando si las firmas son reales, si la encuesta indica que menos del 10% está a favor de la basura del sistema de basuras o si vale la pena gastarle tiempo a algo que ya “casi” se acaba.
¿Por qué si el violador es violador, el asesino es asesino y el mal funcionario público es todas las anteriores, nuestra justicia cojea tanto para actuar? Realmente hay que hacer un gran esfuerzo para entender que cuando un delito está demostrado, comprobado y se está viviendo antes los ojos de la opinión pública, debe actuarse con todo el peso de la ley. ¿De verdad creemos que un tipo como Garavito, se resocializó de la nada y ahora va a ser la imagen de los jardines infantiles del país? ¡Que no nos crean tan pendejos!
Grandes abogados del país, a quienes respeto y admiro profundamente concuerdan con esta tesis. No hay que defender lo indefendible. Mientras se demuestre un suceso, delito o comportamiento, la ley tiene que dejarse actuar, la ley no es para manipular. Basta ya de enmiendas tontas en nuestra Constitución, basta de violaciones a nuestra carta magna, no más abusos a ese pobre librito que ya no le cabe una letra más, sobre todo si es para contradecir algo que ya está establecido, algo que ya está pactado. Señores legisladores, parecen niños en un jardín destrozando los juegos según su conveniencia y no los intereses de las personas.
Amigo abogado, legislador, magistrado, rey, dios o como se quiera hacer llamar, ¿se ha puesto a pensar en el dolor de los cientos de niños que pasaron por el aliento putrefacto del “presunto reconvertido” Garavito? Amigo estudioso de las normas y de las leyes a favor del pueblo, ¿ha pensado en los miles de niños y enfermos que dejaron de atender por la plata que se robaron con los adelantos de la infraestructura de Bogotá? Amigo defensor, ¿realmente cree que los dos últimos años de Bogotá han sido un ejemplo para las futuras generaciones que trabajarán por este país?
Es hora de actuar. Nunca es demasiado tarde para entender que las normas y las leyes se hicieron para proteger a las víctimas de un delito y no para tratar de defender o interpretar el delito en sí. Nuestra sociedad, así vote mal y después se arrepienta, ya está cansada de los vencimientos de términos, de los casos mediáticos o de la diligencia de la justicia cuando se les “invierte” en opinión pública. La ley es para todos, como decía Nohemí saludando a Martha, Juan, Pedro, Janeth, sus amigos imaginarios que hoy tomarían una nueva identidad si realmente los tomamos en cuenta.