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Actualidad

Vivian Morales estudia oferta del Partido Liberal de entrar al Senado en 2014

06 de julio de 2013

Colprensa


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La exfiscal General de la Nación está dedicada a lo que más le apasiona: la cátedra. Hoy dice que pasó momentos difíciles en la Fiscalía. En diálogo con El País, Morales no descarta la posibilidad de volver a la política y aseguró que la batalla contra la corrupción es más dura que el narcotráfico.

Critica al Congreso, del que dice perdió altura en sus debates, por lo que asegura que la eventual llegada del expresidente Álvaro Uribe Vélez al Senado serviría para enriquecer el discurso que hoy se maneja en el Legislativo. 
Muy pocos colombianos saben qué pasó con usted después de su renuncia a la Fiscalía General de la Nación, por las causas que bien conoce el país. ¿Qué ha hecho en este tiempo? 
Regresé a la vida académica y al periodismo. Soy profesora de derecho constitucional en la Universidad del Rosario y participo en dos noticieros en la mañana en emisoras de Bogotá. 
¿Su paso por la Fiscalía le dejó sentimientos encontrados? porque si bien usted estaba adelantando una buena gestión, un estudiante de Derecho fue quien finalmente terminó afectando su elección y la obligó a salir del cargo. 
Más que sentimientos encontrados me dejó la absoluta claridad de que en Colombia la batalla contra la corrupción es más dura que contra el narcotráfico, porque los delincuentes de cuello blanco cuentan con solidaridades en todos los estamentos del poder, sean políticas, judiciales, económicas o periodísticas. 
Entonces, ¿lo que usted dice es que esa corrupción fue la que finalmente la sacó de la Fiscalía? 
Los escándalos de corrupción le sirven a la prensa mientras son eso: escándalos para titulares, pero no cuando se convierten en verdaderos casos judiciales pues una Justicia vertical y sin compromiso es una real amenaza para muchos intereses. 
Muchos sectores la reclaman para que se reintegre a la política, por su trayectoria, sobre todo en el Congreso. ¿Le suena la idea? 
Tengo una verdadera pasión por lo público que es un concepto más amplio que el de la política, así que, de alguna manera, siento que nunca he dejado de estar involucrada en ese quehacer. Así como le digo que la lucha contra la corrupción que adelanté como Fiscal General me generó muchos malquerientes, también le cuento que es gratamente reconocida por hombres y mujeres del común y no es extraño que en cualquier lugar me aborden y me digan que siga adelante, que ahora para dónde voy, que cuento con su apoyo. Sin duda pasé horas difíciles en la Fiscalía, los ataques personales fueron infames y crueles pero mi gran satisfacción es encontrarme con tanto cariño y tanta manifestación espontánea de afecto de la gente que juzgó mi trabajo con corazón limpio. 
En el Partido Liberal se dice que usted haría parte de la lista al Senado al lado de Horacio Serpa y el hoy representante Guillermo Rivera, y que llegarían a reforzar con su experiencia la labor de nuevos líderes. ¿Está en sus planes volver al Congreso? 
Sí me han invitado a formar parte de la lista del Partido Liberal, lo estoy pensando muy favorablemente. 
¿Cómo ve la posibilidad de, eventualmente, compartir curul con el expresidente Álvaro Uribe en el Senado? 
A mí me parecería muy positivo para el debate democrático que una figura como la de Uribe llegue al Congreso. 
¿Por qué? 
La verdad el Congreso hace tiempo dejó de ser el lugar de los grandes debates de la vida nacional, con el respeto debido, a las discusiones del Congreso les falta calidad, profundidad y lo que es más grave para la política, pasión y compromiso. No creo que hoy alguien resista frente a su televisor la transmisión de un debate del Congreso por más de diez minutos y menos aún con la Unidad Nacional que congrega a más del 90 % de los congresistas. Nada tan contrario a una verdadera democracia que ese unanimismo conformista, clientelista y, por supuesto, aburrido. 
¿O sea que usted ve con buenos ojos la eventual llegada del expresidente Uribe al Congreso? 
Por ello creo que si logra consolidarse una expresión de oposición, así sea de la derecha más radical, como la que está liderando Álvaro Uribe, generaría en el interior del Congreso el desafío de volver por el camino del debate de ideas. El hecho de que Uribe vaya el Congreso también puede significar que se acabe el mito que se ha creado a través de los años alrededor de su figura, una cosa es hablar como Presidente con todo el poder en sus manos o deprecar o insultar como expresidente a través de twitter y otra someterse al debate parlamentario de igual a igual con otras fuerzas políticas.
¿Cómo ve el proceso de paz entre el Gobierno con las Farc. Hay futuro o aún el panorama es oscuro? 
La verdad, por experiencia histórica, con las Farc y con los gobernantes de Colombia, nunca se sabe. Sería extraordinario que entre el Gobierno y las Farc construyeran una verdad, porque sin ella la paz se torna un imposible. 
¿Es decir que su optimismo en el proceso de paz es bastante moderado? 
Quiero decir que, sin embargo, por razones que se aferran a la fe y por convicciones democráticas, le apuesto a las negociaciones. En mi caso, nunca me verán atizando sentimientos de guerras y odios. Siempre formaré parte de la pedagogía de la paz y de los fundamentos de perdón cristianos. 
¿Usted considera que es benéfico para un proceso de paz tan complejo como este ponerle plazos, incluso, muy cortos como el que anunció el presidente Santos que en noviembre todo debería estar acordado? 
Peor que ponerle plazos es quitarle seriedad. Medirlo por meses es menos grave que seguir midiéndolo, semanalmente, según los puntos de popularidad o impopularidad que arrojen las encuestas. 
¿Es decir, que más que el proceso lo que está en juego es la imagen política? 
Los gobernantes y los jefes políticos de Colombia deben dejar de comportarse como si fueran jefes de mercadeo de alguna trasnacional de cosméticos. La paz sólo podrá edificarse sobre verdades históricas, fundamentos éticos y seriedad política, y no desde los autismos de las Farc o desde los cálculos electorales de cualquiera índole. 
¿Hasta qué punto cree usted que debe ceder el Gobierno con las Farc, ya que se habla de algún grado de impunidad y la apertura casi total para la participación en política de esta guerrilla? 
Más que lo que el Gobierno deba o pueda cederle a las Farc, me preocupa el clima de polarización y odios de la política colombiana. En medio de los bombardeos y las emboscadas que se tienden a diario el gobierno y el uribismo, no hay ambiente para aclimatar ningún proceso de paz. No importa el tamaño o el color del avión de paz que logren diseñar en Cuba. Lo cierto es que si ese avión lograra despegar de La Habana, hoy no encontraría pista de aterrizaje en medio del fuego cruzado de la politiquería nacional. 

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