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martes, 29 de septiembre de 2015

Lo cierto es que la Secretaria de Ambiente indicó que durante este día se disminuyó el material particulado de 2,5  micras, en tan solo 24% y el de 10 micras, en un 27%. Lo anterior, teniendo en cuenta que en Bogotá transitan diariamente 677.150 automóviles. Cabe  entonces preguntarse ¿por qué es tan poco el beneficio para el ambiente?

La respuesta pareciera estar, en el transporte público. Se estima que el Sitp tendrá, una vez consolidado, 10.550 buses de los cuales la mayoría funcionará con diésel. Los automotores a diésel, a diferencia de los vehículos de gasolina, arrojan niveles altos de lo que se conoce como óxidos y dióxidos de nitrógeno, llamados NOx. El dióxido de nitrógeno (NO2) es particularmente nocivo.  Siempre nos han dicho que los automotores que funcionan con diésel son mejores para el medio ambiente, porque emiten menos CO2. Pero los datos de la industria automotriz muestran que las emisiones medias de CO2 de los vehículos diésel sólo son marginalmente inferiores a los de los autos de gasolina. La causa principal de esto es que los automotores diésel tienden a ser más grandes y más pesados que los de gasolina, como sucede con Transmilenio, por lo que se anula cualquier ventaja en la eficiencia. De otra parte, de los 677, 150 automotores que ruedan diariamente por la ciudad, 52.768 son taxis, siendo la que mayor número de estos tiene en el país.

Entonces, la salida pareciera estar, no en prohibir la circulación de vehículos, sino en educar para el cambio. Bogotá cuenta con 376 kilómetros de ciclorrutas, cuyainiciativa también fue del alcalde Peñalosa. Son estos corredores de movilidad exclusivos para bicicletas, en los que diariamente se realizan 450.000 viajes, una posible contribución más eficiente al problema. Desafortunadamente, es poco lo que se ha hecho, desde su construcción e implementación, para aumentar esos kilómetros, y casi nada lo que se trabajado, para motivar el uso de la bicicleta. La llamada cultura ciudadana, como un movimiento que el profesor Mockus impulsó y al cual el alcalde Peñalosa dio continuidad, con diversas estrategias para mejorar el comportamiento ciudadano, fue dejado de lado, en perjuicio de lograr una ciudad más consciente y más amable.

Por ello, ante la crisis del servicio público de transporte, la alternativa escogida por los ciudadanos no fue la bicicleta, como se esperaba, sino las motos. A 2014, las motos en Bogotá ya ascienden a 424.588 y, según datos de la Secretaría de Movilidad, al parque automotor de motocicletas se le atribuye la generación del 30 por ciento de monóxido de carbono y del 10 por ciento de las emisiones de dióxido de carbono, elementos que son nocivos para el ambiente y la salud. Entonces, como lo ha afirmado la Presidente de la Cámara de Comercio de Bogotá, lo indicado sería “mejorar la calidad y conectividad de la infraestructura de ciclorrutas y senderos peatonales, así como trabajar por la calidad del transporte público debe ser la premisa antes que la restricción de circulación impuesta por la jornada del día sin carro y sin moto”.