La sostenibilidad se ha convertido en un principio estructural que orienta la gestión de riesgos, las decisiones de inversión y el diseño de productos financieros. En este contexto, el sector financiero colombiano ha asumido con firmeza su compromiso con la Agenda para el Desarrollo Sostenible de la ONU (Agenda 2030) y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), en articulación con las prioridades regulatorias y de política pública del país.
Este proceso ha sido respaldado por marcos institucionales como el Protocolo Verde, acuerdo voluntario firmado en 2012 entre las entidades financieras y el Gobierno Nacional, que promueve la adopción de políticas y prácticas innovadoras en términos de desarrollo sostenible, economía circular y cambio climático. A este esfuerzo se suma el Protocolo Social, suscrito en 2024, que impulsa la Diversidad, Equidad e Inclusión a lo largo de toda la cadena de valor de las entidades financieras adherentes.
En el plano regulatorio, el país avanza en la implementación de la Taxonomía Verde, instrumento técnico y jurídico que permite clasificar proyectos elegibles para financiamiento sostenible. Su adopción, alineada con estándares internacionales, contribuye a dar claridad, confianza y trazabilidad a los actores del mercado, reduciendo la asimetría de información y fortaleciendo la seguridad jurídica para la emisión de instrumentos.
Uno de los adelantos más significativos ha sido el desarrollo del mercado de Bonos Temáticos —verdes, sociales, sostenibles y de biodiversidad— que permiten movilizar recursos hacia proyectos con impacto positivo. Según la Iniciativa de Bonos Climáticos, desde la primera emisión en 2016, Colombia ha emitido más de USD 2.400 millones en estos instrumentos, demostrando la madurez creciente del mercado y la confianza de los inversionistas.
Destaca de forma especial la emisión de los únicos Bonos de Biodiversidad a nivel global, una innovación con sello colombiano que refuerza el vínculo entre instrumentos financieros y conservación ambiental.
A pesar de los logros, es crucial reconocer que aún queda mucho por hacer, tanto a nivel global como local. El mercado financiero sostenible está en expansión y ofrece numerosas oportunidades, especialmente para actores territoriales, empresas medianas y proyectos de economía popular, donde el impacto socioambiental puede ser considerable.
Colombia está construyendo un ecosistema de finanzas sostenibles robusto, inclusivo y con visión de futuro. La articulación público-privada y el fortalecimiento de capacidades en verificación y reporte serán clave para garantizar la transparencia, atraer nuevos actores y consolidar un mercado de inversiones de impacto en crecimiento.
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